Carta a Alberto Osorio
Ya sé que a algunos les extrañará esta entrada, que no tiene que ver con el Athletic, pero espero que la comprendan. En cualquier caso, pido disculpas de antemano a quienes pensaban encontrarse otra cosa.
A la atención de:
Don Alberto Osorio Plana
Subdirector General de Prestaciones
Ministerio de Empleo y Seguridad Social
Muy señor mío:
Recibí el viernes, día de mi cumpleaños, una carta certificada y firmada por usted en la que en virtud de no sé qué decretos, se me conminaba a presentarme en la oficina del SEPE en Las Arenas, su lugar de residencia, –por lo que leo en su muro de Facebook–, para tramitar una asignación de clave. Y digo que se me conminaba, porque en el encabezamiento de la carta se puede leer: “Requerimiento de comparecencia”, y en las líneas de debajo: “Plazo: 1 días”, lo que en principio constituye un evidente error de concordancia de número (singular “1”, plural “días”), pero que en realidad lo que esconde es una humillación a mi persona, en situación de desempleo desde el pasado mes de agosto, además de una amenaza con ese inquietante: “Se le comunica que la no comparecencia, sin causa justificada, puede suponer la suspensión o, incluso, la pérdida de su derecho”.
Creo que ni yo, ni muchas de las personas que se encuentran en mi situación, nos merecemos un trato así por parte de la Administración. Usted, con su alma de burócrata, pensará que ésta es la mejor manera de tenernos controlados a quienes constituimos una carga para el Estado, sin tener en cuenta mis más de 10.000 días previos de cotización durante casi 29 años. Yo también puedo pensar que su cargo se podría suprimir. Son opiniones.
Qué más quisiera yo que tener un trabajo bien remunerado como el suyo para seguir cotizando más días a la Seguridad Social, y pagando mis impuestos religiosamente, como he hecho hasta ahora a través del IRPF, el IVA, los impuestos indirectos, las tasas y un largo etcétera, que entre otras cosas sirven para pagar la soldada a todos los funcionarios de un Estado que derrocha dinero en otras cuestiones y permite fraudes por su falta de controles a otros sectores, ¿qué opina del RGI?
Me dicen en el SEPE que se trata de un control, y yo pregunto: ¿Un control de qué?, ¿es que tengo que estar permanentemente localizable al albur de lo que dispongan usted o los funcionarios a su cargo? ¿Usted se cree que si no me presento, por cualquier causa, estoy defraudando al Estado?, o ¿cree que si me presento quiere decir que no defraudo? Cualquier persona que reciba esta carta puede estafar al Ministerio de Empleo y Seguridad Social desde el portal de al lado de la oficina del SEPE y acudir solícito al requerimiento, sonreír, cumplir el trámite y que nadie se entere durante años. O nunca.
¿Piensa acaso que si no acudo estaré malgastando mi prestación en vino y tabaco o cualquier otro vicio que podemos llegar a adquirir los parados por nuestra mala vida o costumbres insanas?, ¿o trabajando en negro en un taller clandestino donde falsifican bolsos de marca? ¿No podría suceder que esté de vacaciones en cualquier lugar (a costa del sueldo de mi mujer, porque los parados siempre vivimos a costa de alguien), y mi hijo reciba la carta, firme el recibí al cartero y la deje sobre la mesa y que al regresar me hayan suspendido la prestación? Tal vez en ese caso me lo mereciera, por estar de holganza en vez de dar de comer a las palomas o visitar obras, que es lo que corresponde a una carga del Estado como yo. Evidentemente, después de tantos años de trabajo sin horarios ni fines de semana; después de meses completos fuera de casa sin ver a la familia –desde 1994 al menos un mes al año–; después de ser una de las víctimas del ERE de mi empresa, no tenga derecho a, como escribió usted mismo en su muro de Facebook el 13 de agosto de 2012, estar “en la gloria, sin pegar un palo al agua”.
Por cierto, para su tranquilidad: el viernes, apenas media hora después de recibir la carta amenazante, me presenté ante una de sus funcionarias para decirle que estaba allí. Se me olvidó pedirle que me pusiera una pulsera de seguridad para estar debidamente controlado en todo momento, pero por lo menos, tuve la satisfacción de negarle mi dirección de correo electrónico para que me asignara esa clave, porque yo no le doy ese dato a gente que no me inspira confianza. Y nadie que trabaje a sus órdenes, perdone que se lo diga tan crudamente, me inspira confianza desde el viernes. Pero no se preocupe, ya conseguí la clave a través de otra oficina estatal más amable. Como he trabajado mucho en el mundo del ciclismo, el próximo control que sea de sangre.
Un saludo.
PD He leído por ahí que su departamento puede recurrir a medidas más drásticas de control, como hacerme comparecer cada día durante un tiempo indeterminado a una hora concreta en la oficina de empleo. Está en su derecho, claro que para algo están los tribunales...