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Velocidad de crucero


Una de las virtudes que tiene el Athletic desde que Valverde se hizo cargo del equipo, es que cuando coge velocidad de crucero, los rivales que tiene enfrente tienden a desaparecer. Además, esa marcha de más que tiene el equipo rojiblanco, se suele manifestar en el último tramo de la temporada, cuando hay otros equipos que empiezan a declinar o, directamente, se vienen abajo. A veces los periodistas pecamos de impaciencia y olvidamos esa tendencia del Athletic en las últimas temporadas a terminar fresco como una lechuga.

Da la sensación, viendo muchos partidos del equipo rojiblanco, que tiene enfrente a un grupo de futbolistas indolentes, que vienen a San Mamés a pasar el día, y que lo único que hacen es cumplir un trámite. Suele pasar muy a menudo, y coincide con los días en los que el Athletic está enchufado, o en buena forma física, como frente al Espanyol.

Nada más lejos de la realidad. Los equipos que visitan la Catedral no están formados por grupos de turistas despistados que buscaban el museo y encontraron el césped, ni mucho menos, pero es que el Athletic les envuelve en una trama que no son capaces de resolver. La intensidad y la forma de jugar de los rojiblancos suelen ser perjudiciales para la salud de los equipos visitantes. El Espanyol sufrió en sus carnes esa manera de jugar tan característica del Athletic. Quique Sánchez Flores tiene una plantilla equilibrada, buenos jugadores y unas ideas de futbol que parece que le están dando resultados, pero en San Mamés les pasó como a otros muchos: desaparecieron.

La presión insistente del Athletic ahogó la creación del Espanyol, que se ordenaba bien atrás, parecía un equipo coherente, pero no pasaba de medio campo, como si la cosa no le fuera con el partido, o al menos eso era lo que parecía por su fútbol en comparación con el de los bilbainos, que actuaban con paciencia y cautela, con Beñat en la sala de máquinas e Iturraspe con la escoba, listo para barrer lo que fuera. La insistencia tuvo su fruto pronto. Llegó en un balón que peinó Raúl García hacia Muniain, que se coló en el área. Víctor Sánchez entró como un toro y cometió un penalti imposible de cuestionar. Lo lanzó Aduriz y marcó por el centro de la portería. Es curioso: hace un par de años había gente en San Mamés que se daba la vuelta cada vez que un rojiblanco ejecutaba una pena máxima, y sin embargo, la tendencia ha cambiado. Aduriz, o en su ausencia Raúl García, son implacables. Los marcan todos.

Con el marcador a favor, el Athletic insistió aún más, sin olvidarse del trabajo y la paciencia. Así llegó el segundo gol, en una falta muy bien lanzada por Beñat que Aduriz on fire remató desde cerca. El delantero guipuzcoano sigue siendo la garantía del gol rojiblanco.

El partido siguió igual. El Susaeta más entonado de toda la temporada les recordaba en cada acción a sus vigilantes aquello que los esclavos que acompañaban al César en sus desfiles triunfales le susurraban al oído: Memento mori, recuerda que eres mortal. Fue una gran satisfacción apreciar el despliegue de un futbolista que nunca se esconde y al que los laterales de su equipo agradecen enormente el trabajo defensivo.

El Athletic desactivaba las acciones espanyolistas con bastante solvencia, salvo un remate de David López, al saque de una falta, al que respondió Kepa Arrizabalaga con una parada espectacular. Fue casi la única oportunidad clara del Espanyol, que pese a los cambios, no supo hincarle el diente a un Athletic que ha cogido la velocidad de crucero, y como es tradicional a los mandos de Valverde, está mejorando jornada a jornada en la segunda vuelta. De momento ya es sexto, en zona europea, y a sólo un punto de la quinta plaza. Se la jugará el viernes ante el Villarreal, que ganó en Heliópolis.


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