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TOUR DE FRANCIA 2017  6 de julio 6ª etapa Vesoul-Troyes / 216 kms.

LA CARRERA

Marcel Kittel celebra su triunfo en la etapa con final en Troyes.  ©ASO

Champán para Marcel Kittel

El alemán gana al sprint en una etapa sin demasiada historia

El 16 de julio de 1960 el Tour también pasó por Colombey-les-deux-Eglises. Allí, en medio del gentío esperaba el presidente de la República, Charles de Gaulle, que había salido de su mansión, La Boisserie, para presenciar en vivo uno de los espectáculos más típicos para cualquier francés.

 

Unos kilómetros antes de atravesar el pueblo, el director del Tour, Jaques Goddet y su adjunto, Felix Levitan, recibieron la noticia. Se acercaron al campeón de Francia, Henri Anglade, y le preguntaron si el pelotón estaría dispuesto a pararse y homenajear al héroe de la II Guerra Mundial. Enseguida se extendió la novedad y los corredores se detuvieron al llegar a la altura de De Gaulle. Muchos de ellos se quitaron la gorra en señal de respeto. El general saludó a Nencini, Graczyck y Darrigade y el pelotón se puso en marcha de nuevo.

 

Pero poco antes había aparecido por allí Pierre Beuffeuil, un corredor "regional", que circulaba descolgado por culpa de un pinchazo. Creía que llegaría a Troyes en desventaja, pero al entrar en Colombey-les-deux-Eglises vio al pelotón parado. No sabía la razón, pero él siguió hacia adelate, cogió ventaja y ganó la etapa. Dijo luego que no fue por faltar al respeto al presidente. "¡Yo voté a De Gaulle!", aclaró.

No se sabe si Marcel Kittel vota a Angela Merkel, pero sí que es el más destacado representante de una estirpe de de percherones alemanes que se manejan de maravilla en el sprint. Jacques Goddet decía de los españoles que corrían en su época que eran morenos, bajitos y escaladores, lo cual no dejaba de ser un tópico, pero que se podría trasladar, con otras características, a los ciclistas alemanes de esta época: rubios, grandotes y veloces. Muy veloces.

 

En Troyes se metieron cuatro entre los diez primeros, aunque también hubo dos franceses: Demare, que en los últimos metros se quiso colar por donde no pudo hacerlo Cavendish dos días antes, y Bouhanni, un llegador excelente, que se choca con un muro en el Tour. El año pasado no pudo ni empezar porque unos días antes de que comenzara la carrera se metió en una pelea de discoteca y acabó con una herida en la mano .

No haber ganado aún en el Tour empieza a producirle cierta ansiedad al francés, que tiene un equipo completo a su servicio, y eso que ahora lo tiene más fácil con las bajas de Cavendish y Sagan. La de éste, ratificada por una resolución del Tribunal de Arbitraje del Deporte, que desestimó su reclamación urgente para que el Tour le reenganchara. Puede sonar a chiste pero tiene precedentes.

 

Fue en el Tour de 1905, cuando Lucien Mazan, más conocido en el ciclismo como Petit Breton, después de una serie de averías y pinchazos en la primera etapa, se bajó de la bicicleta en Chateau-Thierry y cogió un billete de tren hacia París. Al llegar, se encontró con el periodista Robert Coquelle, que le dijo:

– Te creía en el Tour de Francia.

Petir Breton le explicó lo que le había pasado. El periodista le invitó a coger un tren a Nancy, final de la primera etapa.

– Conozco a Desgrange y te autorizará a volver dadas las circunstancias. Ahora le telefoneo.

El ciclista tomó el Oriente Express, llegó a Nancy y una hora más tarde tomaba la salida. Le pusieron una sanción de setenta puntos.

Sagan no volverá, porque ahora el reglamento no lo permitiría. Las llegadas, por tanto, están más abiertas. O no, porque los percherones alemanes imponen su ley. Desde Vesoul a Troyes, entre viñedos de champán, mientras la escapada de todos los días hacía camino y el Sky de Froome controlaba moderadamente la situación, fueron los equipos de los llegadores los que tuvieron que trabajar mientras los principales rodaban tranquilos. Pero no le digan eso a un ciclista. Se indignará. ¿Tranquilos? Nunca.

 

El Tour es una trampa en el que no hay ni tiempo para echar un vistazo a las performances que los pueblos montan al paso de la caravana. Nadie levantó la vista en el pelotón para observar al equilibrista que saludaba desde una bicicleta en el alambre. Bastante tienen todos con evitar un susto. Esta vez no hubo, pero las etapas las carga el diablo. Todos contentos esta vez, y el que más, Marcel Kittel, que brindó con champán de la tierra su segunda victoria en la edición de 2017.

ALBERTO CONTADOR

"Con algunos kilómetros menos en las etapas, el ganador sería el mismo y se podría dar más espectáculo"

NAIRO QUINTANA

"Mientras pases así etapas como esta, tienes ganancia. Las fuerzas siguen bien por ahora"

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