Oro molido
Es cierto, sí, que el Celta estaba pensando en otras cosas cuando los dos equipos saltaron al terreno de juego de Balaídos. Para imaginar lo que pasa en estos momentos por las cabezas de los jugadores, los técnicos y los aficionados del equipo gallego, basta con recordar lo que sucedió hace muy pocos años en Bilbao, cuando se instaló la locura después de eliminar de forma consecutiva al Manchester United, el Schalke 04 y a los hombres de Bielsa les llegó la oportunidad de buscar una final frente al Sporting de Portugal. No podemos olvidar que por esas fechas el Athletic se olvidó de la Liga y se centró en la Europa League. Cuando, como en el caso de aquel Athletic y éste Celta, las plantillas son limitadas, es necesario establecer prioridades. Sólo los poderosos de Europa se pueden permitir pensar en varias citas coincidentes, porque aunque establezcan cambios en sus alineaciones, tienen plantilla suficiente como para no debilitarse demasiado en el empeño.
El Celta no. Están ya con la cabeza en Old Trafford, y Berizzo, su técnico, tuvo que cambiar a medio equipo frente a un Athletic que sí tiene su prioridad puesta en la Liga; en alcanzar la mejor clasificación posible para evitar las rondas previas en la Europa League. Y aún más, el equipo de Valverde, fresco como una lechuga, ha alcanzado su velocidad de crucero y encadena ya cuatro victorias consecutivas, doce puntos que son oro molido para sus aspiraciones, porque los rivales, Villarreal y Real Sociedad, no levantan el pie del acelerador y también han ganado los tres partidos de la última semana.
El equipo local tenía la motivación a cinco días vista, pero el Athletic se la encontró sobrevenida por los resultados de la jornada. Lo conocía la fiel afición rojiblanca, que se desplazó en masa a Balaídos, un destino amable, por el recibimiento de los locales y también porque en las diez últimas visitas ha ganado en seis, ha empatado en tres y sólo ha perdido en una, hace ya trece años. Y los seguidores disfrutaron con su equipo, que dominó los 90 minutos, casi de principio a fin; controló los espasmos del Celta y completó uno de los mejores partidos fuera de casa de los últimos tiempos, gracias, entre otras cosas, a la exuberancia defensiva de Laporte y Yeray; la escoba de San José en el pivote, ajustada en su ritmo de barrida al metrónomo de Beñat, y la excelsa exhibición de Iñaki Williams, Iker Muniain y Raúl García, acompañados por Lekue, que en su despliegue ofensivo destrozó la banda derecha del Celta. De hecho, fue una exhibición coral en la que nadie desentonó.
Williams exhibió sus condiciones de forma espléndida. Le faltó el gol, pero casi. Sus paredes con Muniain desconcertaron a la defensa celeste; supo recibir de espaldas, encarar, mostrar su velocidad y percutir una y otra vez. Muniain estuvo entonado, rompiendo líneas por la izquierda y más aún cuando por su tendencia natural se arrimó al centro. Con esos argumentos daba la sensación de que llegaría el gol bilbaino. Lo hizo en un córner que peinó Yeray para que Raúl García, oro molido también, metiera la pierna para batir a Sergio.
Las ocasiones rojiblancas se sucedieron. Hubo un par de llegadas en solitario ante el portero, un disparo al poste de Williams y un dominio abrumador gracias a la presión alta que ahogó al Celta, que perdía la pelota enseguida. El resultado del descanso parecía corto, pero llegó el segundo nada más comenzar el periodo final, cuando tras otra gran pared entre Raúl García y Williams, el disparo del bilbaino lo rechazó Sergio y el navarro recogió la pelota y la puso en la red. Frente a un Celta sin respuestas, el Athletic siguió presionando con fiereza y creando oportunidades. El tercero llegó con el partido ya muy cuesta abajo. Lekue rompió las líneas célticas en una arrancada y cedió a Mikel Rico, que con la izquierda batió al guardameta del Celta.
Al margen de los goles, la debilidad de un Celta con otros objetivos y la motivación impuesta por la necesidad, lo más importante fue observar a un Athletic con las ideas muy claras cuando la competición se está acabando y las fuerzas empiezan a fallar. Los números le dan la razón a Valverde, que a falta de tres jornadas suma ya más puntos que la temporada anterior, claro que Europa también está más cara. De todas formas, en esta línea parece difícil fallar.