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TOUR DE FRANCIA 2017 A menos de un mes del comienzo 

CRÓNICAS

DE TRES

​DÉCADAS

Iban Mayo, durante su ascensión a Alpe d´Huez en el Tour de 2003 .

TOUR DE FRANCE

Iban Mayo da una lección

2003, 8ª etapa 13 de julio SALLANCHES/ALPE D´HUEZ. Ganador: Iban Mayo

Iban Mayo dio una lección en Alpe d'Huez. Ganó en su cima, dominador, al estilo de los grandes, después de atacar en el momento oportuno. Ya había asombrado en el Midi Libre, en el Dauphiné, en la Clásica de los Alpes, en la Vuelta al País Vasco. El solo consiguió que Euskatel tuviera plaza en el Tour.Había asustado a Armstrong en Ramaz, en el Galibier, hasta en la durísima ascensión a Briançon. Le faltaba Alpe d'Huez, la montaña de las 21 curvas, el lugar en el que ganó Coppi, donde en 1987 triunfó Federico Etxabe, único precedente español.

 

Ganó Mayo, en medio de una batalla desatada contra Armstrong.Nunca se encontró tantos enemigos el estadounidense. De repente, le dieron desde todos los lados, y aguantó como un campeón, como lo que es, y se vistió de amarillo, pero no fue el dominador.«Dieron la salida y ¡bang!», Así lo explicaba él. «Fue duro, muy duro. Desde el Galibier, terrible, hasta Alpe d'Huez. Beloki está muy fuerte, Hamilton también... Y Mayo». Pero el vizcaíno no molestaba en la general, y Armstrong se ahorró salir a por él. Tal vez hubiera sido un esfuerzo baldío que hubiera pasado factura.

 

Porque Iban Mayo saltó en el momento oportuno, cuando faltaban casi nueve kilómetros. Armstrong acababa de neutralizar un duro ataque de Beloki, «un Beloki diferente», anuncia el implicado.Tuvo 10 segundos de ventaja, hasta que Heras y Armstrong, mano a mano, consiguieron cazarle. Entonces apareció el gran Mayo.

 

Con la camiseta desabrochada para aguantar mejor el calor bochornoso, con barba de tres días, igual que el día de su victoria ante Armstrong en el Dauphiné, con los rizos al viento después de quitarse el casco al inicio de la ascensión. A toda velocidad, sin mirar hacia atrás, Mayo se fue perdiendo en la espesura de aficionados, también españoles, muchos de ellos vascos, que le jaleaban.

 

Pronto tomó ventaja. Veinte segundos, medio minuto, uno. Enseguida se puso el coche de Jean Marie Leblanc a su espalda. Buena señal.El director del Tour siempre acompaña a los ganadores. Unos metros detrás circulaba Julián Gorospe. El también sabe lo que es ganar en el Tour. Es el director de Mayo. Por la televisión que lleva en el coche veía las imágenes con interferencias, con ecos, pero se daba cuenta de que su corredor llevaba aires de ganador.

 

Por detrás se repetían los hachazos. Beloki y Hamilton -qué pundonor con la clavícula rota- no cejaban. Armstrong respondía. No pudo con Vinokourov. Al grupo del boss se unieron Zubeldia y Laiseka, compañeros de Mayo. Ralentizaron el ritmo cuanto pudieron. No hacía falta.

 

Vinokourov, lejos ya de la vigilancia de Armstrong, no recortaba diferencias con el vasco, que incluso las aumentaba. Corriendo con fe, como cuando era juvenil. Era el Mayo del Mundial de San Marino, en el que fue cuarto detrás de tres italianos, el de su época amateur, el mejor corredor de su edad y que no encontraba equipo, pese a que su representante, Sabino Angoitia, le ofreció a todo el mundo. No se puso nervioso.

 

No es un hombre que se altere demasiado. Hace dos semanas confesaba a este periódico que ni siquiera se había estudiado el recorrido del Tour. «Nunca lo hago. Ya veré cada día lo que hay. Para qué ponerse nervioso». Tampoco ayer se intranquilizó cuando por detrás se lanzaban hachazos inmisericordes. Beloki primero, Hamilton después. Otra vez Beloki. No lo dejaron de intentar.

 

Armstrong aguantó hasta el final, y consiguió vestirse de amarillo pese a no tener su día. Ya es el líder. Releva al valiente Virenque, que abandonó la pelea en el primer kilómetro de Alpe d'Huez, cuando Beltrán se puso al mando por orden de Armstrong y arreó un latigazo impresionante que sólo aguantaron, después de quedarse unos metros, media docena de privilegiados (Ullrich quedó descolgado para siempre). Entre ellos estaba Mayo, el señor de los Alpes, que ha logrado con su hazaña que los Pirineos se conviertan de nuevo en una marea naranja. De momento es tercero en la general y empieza a soñar: «Mi objetivo era ganar una etapa», dice, «lo demás ya se verá». Mayo, aunque no lo reconozca, es ya un candidato a cuestionar el poderío de Armstrong, como Beloki, segundo ahora, a 40 segundos.

 

Los españoles completaron una etapa espléndida. Mancebo, Zubeldia y Beloki, cuarto, quinto y sexto; Laiseka, noveno, y Heras, tras vaciarse por Armstrong, fue el 12. La nota negra: Aitor González, que se retiró antes de la salida. Según Ferreti, su manager, por culpa de un virus que le provocó fiebre y diarrea. Del Fassa Bortolo sólo aguantó bien Ivan Basso, otro ciclista prometedor, que entró con los mejores. Con casi todos, que delante llegaba Mayo.

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