TOUR DE FRANCIA 2017 A menos de un mes del comienzo
LA HISTORIA
Maurice Garin, en uno de los controles de etapa del Tour de Francia.
GALLICA BNF
A las puertas de Au Réveil Matin
Maurice Garin ganó la primera etapa de la historia del Tour el 2 de julio de 1903
«Si todo va bien, a las ocho de la mañana estaremos en Lyon», afirmaba Garin. "¡Es formidable!", respondió Pagie. Qué tiempos. Eran las 22.56 horas del 1 de julio de 1903 cuando Maurice Garin le comentaba la circunstancia a su compañero de escapada. Les quedaban casi doscientos kilómetros de horribles carreteras para llegar a la meta de la primera etapa del Tour. Estaban en Nevers. Se habían precipitado al control para firmar y salir cuanto antes hacia Lyon, incansables. Era el primer Tour de la historia.
La etapa había salido de las afueras de París a las 15.16 horas de ese día. Geo Lefevre, periodista de L´Auto, el diario organizador de la carrera, partió junto a los sesenta ciclistas de la puerta del albergue Le Reveil-Matin (el despertador). En los kilómetros iniciales iba con ellos, en bicicleta, pedaleando y anotando los comentarios de los corredores.
De entre todos, enseguida destacó Garin. A los cien kilómetros de carrera comenzó la selección. Después, en el kilómetro 174, cuando el reloj marcaba las nueve de la noche, el pelotón atravesaba Crosne. En el control, uno de los ciclistas, Wattelier, llega con la bicicleta rota en la mano, caminando. Había pinchado con el clavo de una herradura.
Es en Nevers cuando Garin y Pagie toman ventaja. Para entonces, las noticias de la carrera corren de boca en boca. Las calles de los pueblos por donde atraviesa el Tour se llenan de público, pese a lo avanzado de la hora. Banderas, guirnaldas, luminarias, adornan las calles. Llegan espectadores de toda la región.
El primer Tour es ya un espectáculo de masas. Garin y Pagie han firmado los primeros en Nevers. Diez minutos después llega Catteau y media hora más tarde un grupo de veinte ciclistas, que aprovecha el momento para avituallarse rápidamente. No hay tiempo que perder. Beben lo que pueden, comen lo que les dan y regresan a la carretera, o al camino, que todavía no hay asfalto y la grava hace vibrar las bicicletas de forma brutal.
Es el Tour. Ya lo sabían hace más de cien años, la mejor carrera del mundo. En Moulins, en el kilómetro 281 de la etapa, Garin y Pagie siguen juntos, camino de la meta. Es noche cerrada desde mucho antes. Falta una hora para que amanezca. Delattre, un amigo de Garin que acompaña la carrera en coche, le interpela: «Tienes pollo y naranjas, ¿Quieres?». El ciclista le responde: «Pásame el agua, agua fresca, por Dios, que estoy sediento».
En esos momentos de la etapa, Georget, uno de los favoritos, circula con un cuarto de hora de retraso y Aucouturier con una hora. Entre ellos hay un grupo de ciclistas que intenta mantener el ritmo. Hippolyte Aucouturier, según Pierre Chany, autor de la Fabulosa historia del Tour, protagoniza en aquellos momentos el primero de todos los dramas de la historia de la carrera. Vestido con un maillot azul y rojo, se para y empieza a llorar: «Nunca me he encontrado así. La cabeza está bien, las piernas están bien, pero no puedo avanzar. Tengo el estómago destrozado». Lefevre, el periodista, le pregunta: «¿El estómago?» «Sí. Se acabó, se acabó...». «Venga, venga», le dice su interlocutor. «Aguanta que ya pasará».
El ciclista trata de aguantar, pero no puede. Arrasado por los dolores de estómago, abandona en La Palisse, a sólo 135 kilómetros de la llegada, cuando Garin y Pagie dominan la situación por completo.
A esas horas, George Steines ya está en Lyon. Steines, uno de los organizadores de la carrera, es también el director del jurado. Ha dado el pistoletazo en París, ha cogido un tren y se ha plantado en el final de la etapa después de un largo viaje con el cronómetro en marcha y su maleta.
Cuando apenas quedan unos kilómetros para la meta, Garin se destaca de su compañero de viaje. Demarra y coge unos metros de ventaja. A las nueve horas de la mañana, un toque de corneta saluda la entrada del vencedor al pavés del Quai de Vaise. Un minuto más tarde llega Pagie, que se ha caído en los últimos kilómetros y presenta visibles señales en su cuerpo. Georget es tercero con 35 minutos de distancia con Garin. Pothier alcanza la meta una hora después. El último en llegar es Millocheau, con un retraso de casi diez horas.
Garin se explica, tras llegar, ante los periodistas. Ya había, por entonces, ruedas de prensa: «La salida fue violenta, pero enseguida puede salir de ese jaleo y pronto empecé a escuchar insultos a mi espalda...» El segundo, Pagie, se conformaba con el segundo puesto. «Está bien. Garin se ha portado muy bien. Me ha dado de comer en los momentos difíciles». Juego limpio.
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