TOUR DE FRANCIA 2017 A menos de un mes del comienzo
CRÓNICAS
DE TRES
DÉCADAS
Alberto Contador, ganador del Tour de Francia de 2009, en la etapa contrarreloj de Annecy.
TOUR DE FRANCE
Contador, dominador absoluto
2009, 18ª etapa 23 de julio ANNECY/ANNECY (CRI). Ganador: Alberto Contador
Contador fue Indurain en los Alpes con los hermanos Schleck; Contador fue Indurain en la ronda por el lago de Annecy. Cada vez se parece más a Indurain, dicen, aunque se parezcan en poco y a Alberto la comparación le suene a lisonja. Se parecen en mucho, aunque no se parecen en nada las piernas de alambre de Alberto y los troncos de árbol de Miguel; el cuerpo de leñador del navarro, el aspecto de maratoniano del pinteño; el pedaleo inquieto, de mariposa, de Contador, el martillo de Indurain en cada golpe de pedal.
Se parecen en la forma de ser. Se sientan ante un micrófono y no hablan por no ofender, y en la tranquilidad que les adorna cuando deben aguantar la presión. Poseen ambos el gen competitivo, el que le hizo a Miguel Indurain Larraya ser la referencia del deporte español durante un quinquenio glorioso, el que está transformando a Alberto Contador Velasco en el ejemplo a seguir para los jóvenes deportistas. Un nuevo Extraterrestre.
Se parecen, sí, en el hambre de Tour que comparten con la diferencia de años que les separan. Contador fue Indurain en el gran rodeo al lago de Annecy, el escaparate perfecto para vender Francia a los turistas, canales, puentes, edificios singulares, bistrós para compartir cenas románticas. Allí, junto al lago, descansaban a mediodía los amigos de Alberto Contador que le siguen en bicicleta por la ruta del Tour. Nunca le alcanzan. Viajan a través de Francia con sus cabras de montaña y Fran, el hermanísimo, -Indurain también se apoyaba en su hermano Pruden- les ayuda llevándoles las mochilas en el coche. Le escoltarán un par de días más hasta las cercanías del Ventoux y luego se irán a celebrarlo, con sus maillots con el nombre de Contador a Pinto, con la familia y los íntimos, porque París queda lejos para ellos.
Están seguros de que su colega tiene el Tour en el bolsillo, por eso se marchan. Le dejan en la compañía de Fran y la de Jacinto, su jefe de prensa. Y poco más. Algunos auxiliares españoles, Faustino, el mecánico de cabecera y la conversación de las cenas con Zubeldia. En el Astana que pronto abandonarán Bruyneel y Armstrong con armas y pertrechos ya ni siquiera se guardan las formas. Ni ética ni estética. Ayer el belga que vive en Madrid viajó al lado de Armstrong, amigo y socio, que recupera plaza en el podio pero es menos ciclista que hace tres años, tal como aseguran los números. Al lado de Alberto, de riguroso amarillo, el segundo, Alain Gallopin con Viatcheslav Ekimov a su lado, y Faustino Muñoz por si las averías.
Los amigos de Contador están en Pinto, aunque algunos le hayan escoltado por los Alpes. En el Astana le quedan pocos. Quienes nunca tuvieron demasiada sintonía con él, aunque celebraran sus triunfos de antes de la resurrección de Armstrong, ya piensan en el Radioshack, el equipo en el que Lance y los suyos quieren hacer de las suyas el año próximo. Se encontrarán enfrente a Alberto Contador, que salvo accidente, ganará el domingo el Tour en París, como ayer ganó la contrarreloj en Annecy.
Es el más fuerte, por eso lo consiguió, y por la determinación que puso tras saber que su tiempo era el mejor en el paso por la cota del kilómetro 28. Ni Cancellara, que descendió como un misil, pudo con el español, que distanció a su compañero-rival Lance Armstrong, antaño intratable, en minuto y medio. Los temores que albergaba en los Alpes en relación a la crono, y que tal vez le hicieron precipitarse en el ataque que descolgó a Kloden, ahora se antojan injustificados. Contador cierra el Tour a lo Indurain. Ahora sólo se reparten las migajas del podio. El ex intocable Armstrong, futuro líder del Radioshack, se pelea por ellas...