TOUR DE FRANCIA 2017 A menos de un mes del comienzo
CRÓNICAS
DE TRES
DÉCADAS
El equipo de la ONCE durante la crono entre Epernay y Chateau-Thierry, en el Tour de 2002.
TOUR DE FRANCE
El amarillo se vuelve a llevar
2002, 4ª etapa 10 de julio ÉPERNAY/CHATEAU THIERRY (CRE). Ganador: ONCE Eroski
Miguel Indurain está de vacaciones en Italia.No le preocupa demasiado el Tour de Francia. El fue el último ciclista español que se vistió de amarillo. Qué lejos queda aquella fecha. El gran Miguel se puso por última vez el jersey de líder el 29 de junio de 1996, en Hertogensboch. Le correspondía por su triunfo el año anterior, que fue cuando, realmente, se vistió por última vez de líder del Tour por derecho propio.
Desde entonces, cuánto tiempo, 23 ciclistas se han probado la prenda más preciada en el mundo del ciclismo. Seis años, qué recuerdos, hasta que llegó Igor. Era el sueño del menor de los hermanos González de Galdeano. Pero los sueños de un ciclista se plasman en la carretera a base de sudor. Aquí no toca el cupón. «La ilusión se cumple», dice el anuncio de la ONCE, impreso también en los maillots de los corredores. «La ONCE es un colectivo y Eroski una cooperativa. Esa es la filosofía de las dos entidades que nos patrocinan», dice Manolo Saiz. «La filosofía de nuestro grupo. Si ganas, los nueve ganan».
Así que la contrarreloj por equipos es la prueba que con más mimo prepara el director de la ONCE. Hace dos años, en Saint Nazaire, la ilusión se cumplió con Jalabert. Ayer, con Igor. Seis años después, un español se viste de amarillo por derecho. «Ojala se acabe hoy», dice el vasco. Galdeano primero, Beloki segundo. Armstrong, tercero. «Pero es mucho Armstrong». También es mucha ONCE. Por la ruta del champagne, entre viñedos y con el viento de cara, la serpiente amarilla -el Tour tuvo el detalle de dejarles vestir su uniforme habitual- superó a la oruga estadounidense.
Con Abraham Olano como referencia, en abanico, cayendo hacia la izquierda en relevos perfectos, el equipo español arañaba décimas, ni siquiera segundos, al US Postal de Armstrong. Manolo Saiz rezaba para que lloviera, para que pegara el viento con fuerza. Así son más equipo. No llovió y sólo hubo viento al final.Pero así y todo ganaron. Los estadounidenses probaron en dos filas. Rotando de una a otra, los hombres de azul se renovaban en cabeza a velocidades inusitadas, pero lo que la ONCE ganaba ellos lo perdían, aunque llegaron enteros, los ocho y Armstrong.
No como el equipo español, que perdió a Pradera por un pinchazo. Más mérito aún. Acabaron ocho y bien avenidos, recibiendo las órdenes de Manolo Saiz a través de la radio. «Aunque cuando me caliento utilizo el altavoz», asegura el director. Las consignas en privado, las broncas en público. Saiz confiesa que, en el coche durante las cronos por equipos, se siente como el copiloto de un rally. Saiz no es Sainz, es Luis Moya. Entre Epernay y Château-Thierry, mientras el Ibanesto.com acababa sexto, el Kelme octavo y el Euskaltel penúltimo, aunque las diferencias se estrechan cada año, sólo un equipo le hizo sombra a la ONCE durante un buen rato. Fue el CSC Tiscali de Laurent Jalabert, qué ambición.
Durante muchos kilómetros, la voz de Daniel Mangeas, el speaker del Tour de Francia, se quebraba al cantar los tiempos del conjunto danés. Jaja podía ser amarillo otra vez. Pero los corredores que prepara el ex campeón Rijs no tuvieron suerte. Pizikis no pudo seguir el ritmo y, luego, Sandstodt tuvo una avería. Con dos menos, el CST se hundió. Será difícil que Jalabert pueda ya ser líder de este Tour. Son un equipo, decidido a amargarle el Tour de Francia al patrón.
De momento Igor es el líder, y regresan los momentos mágicos del ciclismo español. Indurain malacostumbró a los aficionados. Durante cinco años era sentarse en el sofá y disfrutar. Ahora se agradecen momentos como éste, con Igor González de Galdeano en el podio y Armstrong a siete segundos. No es nada y es un mundo. Siete segundos pueden decir mucho y no decir nada. Tal vez se vea el lunes lo que suponen. Ese día se disputa la contrarreloj entre Lanester y Lorient, de 52 kilómetros. Igor puede acordarse del Midi Libre. Allí superó al patrón. ¿Lo volverá a hacer? De momento disfruta. Carpe diem, vive el instante, es el lema de Armstrong que se aplica Igor. «Colgaré el maillot en el balcón para que lo vean», dice. «Mañana ya veremos».