top of page

GIRO DE ITALIA 2017 19ª etapa: SANCANDIDO-PIANCAVALLO 191 KMS. 

El ciclista alavés Mikel Landa celebra su victoria en la cima de Piancavallo.

GIRO DE ITALIA

Mikel Landa, el rey de la montaña

El corredor alavés consigue ganar a la tercera mientras los líderes desfallecen

CLASIFICACIÓN DE LA ETAPA

 

1. Mikel Landa (ESP) 4h53’00”
2. Rui Costa (POR) 01’49”
3. Pierre Rolland (FRA) 01’54”
4. Pello Bilbao (ESP) 02’12”
5. Sebastian Henao (COL) 03’06” 
7. Eugeni Shalunov (RUS) a 3'51"
8. Luis L. Sánchez (ESP) a 3'51"
9. Mateo Busato (ITA) 5'05"
10. Lorenzo Rota (ITA) a 5'05"

CLASIFICACIÓN GENERAL

1. Nairo Quintana (COL) 85h02'40"

2. Tom Dumoulin (HOL) a 38'

3. Vincenzo Nibali (ITA) a 43"

4. Thibaut Pinot (FRA) a 53"

5. Ilnur Zakarin (RUS) a 1'21"

6. Dmenico Pozzovivo (ITA) a 1'30"

7. Bauke Mollema (HOL) a 2'48"

8. Adam Yates (GBR) a 6'35"

9. Bob Jungels (AUS) 7'03"

10. Steven Kruijswijk (HOL) a 7'37"

Impresionante Mikel Landa, perseveró hasta ganar una de las etapas más duras del Giro, cuando las fuerzas flaquean y los aspirantes a la victoria revientan en las cuestas de Piancavallo. ¡Lástima del accidente de la primera semana! Landa está dejando muy claro que llegó con piernas para estar entre los primeros. Lo dejó claro tres días antes, cuando Nibali le ganó la partida en la última curva; o en la víspera, frustrado en una situación similar y cruel a manos de Van Garderen.

Su hazaña no quedó empañada por el combate de los jefes, reventados todos, sin apenas fuerzas para controlar la carrera o para lanzar un ataque. Nadie puede más que nadie, pero el que pueda mwnos se descolgará. La clasificación se movió por decantación más que porque nadie planteara una revolución en Piancavallo, una cuesta más dura y exigente de lo que las piernas aguantan a estas alturas. Nairo Quintana vuelve a ser el líder, pero tiene un hueso muy duro de roer en Dumoulin, que después de varios despistes en las ascensiones anteriores, se descolgó casi al comienzo del puerto, pero siempre se movió en unas distancias aceptables, sin hundirse y viajando al ritmo que le convenía. La cola del pelotón principal le quedaba casi siempre a la vista.

Claro que Quintana y Nibali no estaban para fiestas. El italiano le hizo señas más de una vez a su compañero Pellizotti para que bajara el ritmo; el colombiano pasó, directamente, de Rojas, su gregario, que a falta de seis kilómetros trató de ponerle un ritmo vivo al grupo. Nairo se descolgó mientras el murciano miraba asombrado la maniobra de su líder.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nadie encontraba fuerzas por ninguna parte, sólo Pinot, que busca el podio, arrancó al final. No dio la impresión de que no quisieran seguirle, sino de que nadie podía y que al final el Giro se está haciendo muy largo.

Quedan dos etapas cruciales. En esta carrera nadie celebra antes de traspasar la línea de llegada en Milán. La penúltima con un puerto de Primera a pocos kilómetros de la llegada. Dumoulin tendrá que hacer un esfuerzo supremo para resistir los ataques, –si llegan–, de Quintana, que pese a ser el líder llega en desventaja de cara a la contrarreloj final. Recuerda bastante a la Vuelta a España de 1998, cuando Chava Jiménez le quitó el amarillo a Abraham Olano en Navacerrada, pero su esfuerzo fue en vano porque al día siguiente, el guipuzcoano lo recuperó en la contrarreloj de Fuenlabrada.

En esa pelea no está Mikel Landa, y es una lástima, porque merecía haber estado. Se llevará de recuerdo el jersey azul de vencedor de la montaña y el premio de Piancavallo, donde levantó los brazos para llorar después de la emoción. Le esperaba la familia para celebrarlo con él después de dos decepciones casi consecutivas.

Landa dosificó sus fuerzas mejor esta vez. Llevaba con él a Henao, que le hizo el trabajo duro en los kilómetros anteriores. Cuando a poco de comenzar Piancavallo, Luis León Sánchez lanzó un ataque que le reportó 45 segundos de ventaja, ni se inmutó; mantuvo la sangre fría. También cuando fue Rui Costa el que saltó. Poco después se unió él con Rolland, una amenazante compañía. Pero Mikel tenía más piernas que nadie, más fuerzas que nadie. Enseguida distanció a sus acompañantes y a falta de siete kilómetros ya era la única apuesta segura para el triunfo de etapa.

Su ventaja fue en aumento. Pasó por el último kilómetro con más de minuto y medio de diferencia sobre Rui Cosa y Rolland. Le dio tiempo a sonreir, a levantar los dedos al aire para celebrarlo con Scarponi, para abrir los brazos en cruz y disfrutar de la victoria. Lástima de accidente.

bottom of page