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GIRO DE ITALIA 2017 Quinta etapa: PEDARA-MESSINA (159 KMS.)

Luka Pibernik celebra una victoria que no logró porque aún quedaba una vuelta.

IMAGEN EUROSPORT

Condenado por la campana

El esloveno Piberbnik se equivoca y celebra en Messina una victoria que no consiguió

CLASIFICACIÓN DE LA ETAPA

 

1. Fernando GAVIRIA  (COL)  3:40:11
2  Jakub MARECZKO 
(POL) m.t.

3  Sam BENNETT  (IRL) m.t.    
4  André GREIPEL  (GER) m.t.

5  Phil BAUHAUS  (GER) m.t.

6  Kristian SBARAGLI  (ITA)  m.t.

7  Ryan GIBBONS  (RSA) m.t.

8  Roberto FERRARI  (ITA) m.t.

9  Jasper STUYVEN  (BEL) m.t.

10  Enrico BATTAGLIN  (ITA) m.t.

CLASIFICACIÓN GENERAL

1. Bob JUNGELS    (LUX)   23:22:07
2  Geraint THOMAS    (GBR)  a 6
3  Adam YATES   (GBR)  a 10
4  Domenico POZZOVIVO  (ITA)  
m.t
5  Vincenzo NIBALI  (ITA)    m.t
6  Tom DUMOULIN  (NED)    m.t
7  Nairo QUINTANA  (COL)   m.t
8  Bauke MOLLEMA  (NED)  m.t
9  T. VAN GARDEREN  (USA)  m.t
10  Andrey AMADOR  (CRC)   m.t

Creo que se llamaba Roberto, pero no estoy seguro del todo, porque han pasado muchos años desde que hablé con él. Posiblemente me esté equivocando de nombre. Si alguno de los que leen estas líneas son como yo, y se fijan en los detalles que parecen absurdos a ojos de cualquier mortal, me comprenderán. La mayoría no se habrá fijado que esa persona a la que yo llamo Roberto ya no está en el Giro.

 

Era un señor de cierta edad, aunque bien conservado y en excelente forma física, que se encargaba de esperar, pasada la meta, al ganador de la etapa y llevarlo hasta la zona reservada del podio lo más rápido posible. Cuando le vi por primera vez, en el Giro de 1994, ya era calvo, pero tenía el pelo negro.

 

El año pasado, ya con el cabello cano, aún estaba, pero se ha debido jubilar, porque desde que empezó la carrera, quien se encarga de la tarea de espantar moscones, agarrar con una mano al ciclista y levantar la otra para cerrar una barrera imaginaria, es un chaval joven, con un peinado lleno de dibujitos. Posiblemente cumpla bien su trabajo, pero le falta experiencia.

 

El supuestamente llamado Roberto, tenía otra tarea asignada en el Giro: era el encargado de hacer sonar la gran campana que anunciaba la última vuelta cuando la etapa se disputaba en un circuito. Como es lógico, retirado ya del Giro, ese quehacer lo ha heredado su sucesor. Roberto tenía un toque firme que realizaba sin aspavientos; la campana se escuchaba a muchos metros de la meta.

 

Será por los titubeos del novato, por su inexperiencia, o porque el viento soplaba en contra en el estrecho de Messina, pero sucedió que el esloveno Luka Pibernik, que en el giro del circuito hacia la línea de llegada, cogió unos metros de ventaja, se creyó durante un momento el nuevo Eddy Merckx, o la reencarnación de Francesco Moser, o la de Miguel Poblet, porque vio que en el pelotón nadie reaccionaba, o mejor, pensó que su pedaleo era inalcanzable para los llegadores y sus equipos, y que podía ganar la etapa, así que agachó la cabeza, apretó con fuerza y aunque titubeó un segundo, tal vez porque escuchó a lo lejos la campana que ya no toca Roberto, nada más atravesar la línea se colocó erguido en el

sillín y abrió los brazos creyéndose ganador.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Y entonces, al mirar hacia atrás y ver que nadie del pelotón frenaba, y al echar la vista hacia delante y comprobar que la carretera seguía expedita, fue consciente de su gran error, y cayó en la cuenta de que ese sonido apagado como el de una campana era, en realidad, una campana, la de la última vuelta, que el sustituto del supuesto Roberto no tocó con la debida firmeza que hiciera apagar el estruendo de la meta.

 

Supo desde ese instante que la cena del equipo sería un infierno, y que tendría que soportar innumerables burlas y comentarios que ya se extienden por las redes sociales. Sólo por intentar darle una alegría a su cuerpo y a su equipo. Lo narró el escritor Dino Buzzati, precisamente en Messina, hace casi siete décadas: "¿Tu crees que estos del Giro son una panda de necios que se afanan por nada, que corren sin razón alguna?" Pibernik corría por la gloria, y ya lo aclaraba Buzzati en sus crónicas del Corriere della Sera: "¿No son peores los otros, que dicen trabajar por cosas serias?" Hablaba de los políticos.  

 

En fin, que Luka Pibernik convirtió en un espectáculo la última etapa isleña del Giro, que acabó ganando el colombiano Fernando Gaviria, la nueva sensación del sprint. Cuando fue a abrazarse con su familia ya le esperaba allí el sustituto del supuesto Roberto, con sus arabescos en el pelo, para llevarlo al podio, dándole vueltas a la cabeza sobre si su toque de campana había sido suficiente.

Pibernik, por cierto, llegó a 20 segundos del pelotón.

 

Volviendo a Buzzati, el escritor llamaba garibaldinos sin bayoneta a los ciclistas, porque como el militar que nació en Niza, sus andanzas por territorio italiano unificaban el país. Por eso también, al libro de ruta del Giro se le llama "el Garibaldi", desde 1961, el año del centenario de la unificación de Italia. En su centésima edición, la carrera no ha querido olvidar los territorios extrapeninsulares, pero ya vuelve al continente. Buzzati cruzó el Mediterráneo a bordo del Saturnia; el pelotón también embarcó, al terminar la etapa, rumbo a Calabria. Pibernik se escondía en las bodegas.

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