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Uno de los nuestros


Dos veces me he sentado en el palco de autoridades de San Mamés, dos, y en ambas ocasiones era un chaval. Todavía no tenía veinte años la primera vez. Yo era directivo del Getxo, que puede sonar a algo importante, pero no lo era: simplemente me encargaba de organizar el equipo infantil, preparar los partidos de casa y organizar los viajes a los de fuera: buscar un autobús si eran lejos, o reclutar padres con coche si caían cerca. Dio la casualidad de que el Getxo, que estaba en Segunda B, se enfrentó al Athletic en una eliminatoria copera; la primera vez –y la única–, que tuvieron un duelo oficial. La cosa estaba clara después del partido de ida en Fadura, que se jugó en sábado, en el que ganaron 0-5 los hombres de Helmut Senekowitsch. La vuelta en San Mamés se disputó el miércoles siguiente, y me invitaron al palco, como al resto de la directiva del Getxo. Me había dado la locura aquel año de estudiar Ingeniería así que acudí a clase aquella tarde vestido de tiros largos, como exigía el decoro de un palco, pero sufrí un accidente: se me rompió la cremallera de la bragueta del pantalón, así que me pasé una hora encerrado en un baño de la Escuela intentando arreglar el desajuste.

Lo cierto es que lo pude hacer. Una hora antes del partido me fui a San Mamés, visité el vestuario visitante y luego el palco. Fue la primera vez que tomé canapés en un partido de fútbol.

Lo que no sabía es que aquel iba a ser un partido histórico. Fue el último que jugó Iribar vistiendo los colores del Athletic; también recibió aquel día su último gol, que le marcó Iñaki Lekerika, un chico de Santutxu.

Unos años más tarde, el Athletic nos invitó a comer a los directivos del Getxo, no sé por qué motivo, a una hora temprana ya que a las cuatro se jugaba en San Mamés el Athletic-Sestao de Copa. En aquellos tiempos, al parecer, no se acostumbraba a invitar a la directiva del equipo rival. También fuimos al palco. Ese día debutó en San Mamés Andoni Zubizarreta. Una coincidencia: la despedida de Iribar y la presentación de Zubi.

Han pasado muchos años, y muchos porteros, y ahora el que se va es Gorka Iraizoz que es, con mucha diferencia, el que más estabilidad ha dado a la portería del Athletic desde que Zubizarreta fue traspasado al Barcelona. Han pasado diez años desde que llegó a Bilbao procedente del Espanyol, tras haber salido de la cantera de Lezama para buscarse la vida, como han hecho muchos otros, y salvo en este último, en el que Valverde ha dado la titularidad a Kepa Arrizabalaga, ha sido habitualmente el número uno en la alineación del Athletic –salvo en los meses en que estuvo lesionado en su primera temporada a las órdenes de Caparrós–. El sevillano fue su primer entrenador, después llegó Bielsa y los últimos años tuvo a Valverde, que ya le dirigió en el Espanyol.

En la trayectoria de Gorka en el Athletic hubo momentos buenos y malos, grandes actuaciones y algunos errores que lastraron al equipo. Fue muy criticado por ello, aunque ahora, que se despide del equipo bilbaino, tal vez sea el momento de relativizar muchas cosas. En Bilbao, la sombra de José Ángel Iribar siempre ha sido muy alargada, y con el paso de los años su mitificación ha significado la demonización de bastantes porteros que pasaron por San Mamés. Por supuesto, el Txopo es una figura casi intocable, que pasó con letras de oro a la historia del Athletic. Yo le vi jugar muchas veces, y cuando estaba en la portería uno se quedaba tranquilo. Todo lo que hacía parecía estar bien, pero también tendré que decir, y que nadie convierta estas líneas en un sacrilegio, que internet me ha permitido rescatar imágenes que nunca había visto antes, con grandes actuaciones de Iribar, pero también con algunos errores flagrantes que, en el caso de Gorka Iraizoz, mucho más expuesto al escrutinio de los aficionados porque ahora todo se ve y se repite, hubieran supuesto su excomunión inmediata de la fe rojiblanca.

Así hay que aceptarlo. Iraizoz ha sido la referencia en la portería durante una década. Es una trayectoria muy importante, con errores y aciertos, pero ahora es el momento de agradecerle al portero del Athletic su profesionalidad y su dedicación, sus palabras en la rueda de prensa de despedida, su identificación con los colores que siempre quiso vestir. Gorka, sin duda, es uno de los nuestros.


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