top of page

TOUR  DE FRANCIA 2017  22 de julio 20ª etapa Marsella-Marsella / 22,5 kms. CRI

LA CARRERA

Chris Froome, en la durísima ascensión a Notre Dame de la Garde, en la contrarreloj de Marsella.  ©ASO

Froome gana por inercia

El polaco Bodnar vence en la contrarreloj y el británico subirá al podio en París por cuarta vez

CHRIS FROOME

"Estoy sin palabras. Ganar el Tour es una sensación increíble. Acabo de hablar con mi esposa y estará mañana en París con mi hijo".

MACIEJ BODNAR

En la salida de Düsseldorf las quinielas señalaban a Chris Froome; la prensa apuntaba a la victoria de Froome, los rivales decían que Froome era el más fuerte. Tres semanas más tarde Froome es el ganador del Tour casi por inercia, empujado por los pronósticos y las sensaciones de sus rivales, con menos de un minuto de ventaja, conseguida sólo en las dos contrarrelojes, y dejando tras de sí la duda de saber qué hubiera pasado con un rival de verdad que le hubiera puesto las cosas difíciles.

Parecía que Richie Porte, con sus puntos flacos y sus virtudes, iba a ser el encargado de ponerle a Froome las cosas al límite, pero su accidente en el Mont du Chat, despejó el horizonte de su ex compañero. Los demás fueron comparsas. Incapaces de plantar cara al británico más débil de sus cuatro tours victoriosos.

 

Está claro que ganar la carrera francesa imprime carácter y basta con observar la trayectoria de Froome y su equipo en un Tour en el que han conservado el maillot amarillo desde el principio (Thomas), hasta el fin (Froome), con la única excepción de la irrupción efímera de Fabio Aru, que se vistió dos días de amarillo. Cogió la prenda mágica en los 300 metros de la pared del aeródromo de Peyragudes y lo perdió dos días más tarde, por un despiste, en los 500 metros finales en Rodez.

No hubo más oposición. La escena de Bardet en el interior del Vélodrome de Marsella, sentado en el suelo, sudando a mares con una toalla sobre la cabeza y con rostro apesadumbrado, no deja de ser una sobreactuación del francés, a punto de ser doblado por Froome en las puertas del estadio, del que salió entre abucheos. Bardet nunca tuvo posibilidades reales de desbancar al líder.

 

No al menos en la última semana en la que demostró ser un valiente pero no tener ya combustible para quemar, todo lo contrario que Mikel Landa, un campeón en ciernes, relegado por contrato a la condición de gregario, y que pese a haber tirado de Froome durante muchas etapas, se quedó a sólo un segundo de arrebatarle el podio al francés.

Rigoberto Urán sí que le quitó el segundo puesto, pero da la sensación de que se conformaba con eso. Nunca disputó; se limitó a seguir las ruedas buenas, como si pensara que un esfuerzo de más le podría llevar a la catástrofe.

Así que con Urán conformista, Bardet agotado, Landa sometido, Contador entusiasta pero disminuido, Nairo Quintana sin piernas, Porte y Valverde eliminados por caídas, a Froome no le quedaba más remedio que ganar el Tour por inercia, con eficacia funcionarial, pero sin una pizca de emoción. Froome no ha ganado ninguna etapa, en la montaña no ha sido superior a nadie y en las cronos tampoco dominó. Tal vez no se pueda decir que fue el más completo, pero sí el menos incompleto.

Por cierto, que la crono, en la que el líder acabó tercero, por detrás de los polacos Bodnar y Kwiatkowski, perdió la emoción en cuanto se vieron los chepazos de Bardet y los errores de trazada de Urán. Casi acabó media hora antes de lo previsto.

"No lo puedo creer. El año pasado estuve a punto de ganar una etapa y esta vez he estado todavía más cerca. Estoy muy feliz"

bottom of page