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Sunakali


Sunakali es una niña que juega al fútbol en Muguhasta, una aldea de Mugu, a 3.500 metros de altitud, el más aislado distrito de Nepal, un país en el que los balones se van cuesta abajo por las laderas de la cordillera del Himalaya. En aquellos parajes, el noventa por ciento de las mujeres son analfabetas. Sunakali empezó a amar el fútbol junto a las demás niñas de su escuela, pero a sus padres no les parecía bien la afición de sus hijas, así que aprovechaban los viajes al bosque, cuando eran enviadas a recoger forraje para los animales. Llevaban el balón, jugaban sobre la nieve, y después comían esa misma nieve aderezada con sal y pimienta.

Pero en 2013 las cosas empezaron a cambiar cuando la escuela organizó un equipo femenino. Para jugar su primer partido, sobre un campo de tierra apisonada en Humla, las niñas tuvieron que viajar con sus mochilas a la espalda, por caminos descarnados durante dos días, y aún así recordaban después los hermosos campos de flores que atravesaban. Comían rododendros y manzanas que arrancaban de los árboles. Perdieron, a penalties, pero decidieron que en Kailali, en el torneo nacional, no pasaría lo mismo. Viajaron allí en carros de bueyes, a pie y en una avioneta. Jugaron sobre un campo que alguna vez tuvo hierba y ganaron. Sunakali hizo un hat trick para conseguir la copa dorada que las niñas llevaron orgullosas a su pueblo, en el que fueron recibidas con honores, incluso por el destacamento militar asentado en la región. "Por primera vez, las mujeres fueron igual que los hombres en Mugu", apuntaba Bhojraj Bhat, el director de la deliciosa película. Tanto el realizador como Sukanali viajaron a Bilbao a recibir el premio del público de la edición 2016 del Thinking Football Festival, el mejor festival de cine futbolístico del mundo. Visitaron San Mamés, se hicieron una foto junto al busto de Pichichi y la niña observaba asombrada el coliseo rojiblanco, muy diferente de los campos de tierra de su país. Recibió una camiseta con su nombre y el número 10, y cuando la vio, el director apuntó con sorna que su primera idea era hacer un documental con Messi pero se le disparaba el presupuesto. Mejor, porque la película es una reivindicación sobre las mujeres nepalíes, y se ha convertido en el comienzo de un proyecto que recauda fondos para mejorar la educación de las niñas en aquella remota región. De momento, el programa Burubero de EITB les entregó un cheque de 2.000 euros.

Estas cosas pasan por la enorme aportación que está haciendo la Fundación Athletic en el mundo de la solidaridad y en el de la cultura. El monumental festival de cine que organiza la entidad dirigida por Ritxi Mendiguren y cuyas mejores ideas parten de la mente calenturienta de Galder Reguera, –¿recuerdan a Iribar, Dani, Andrinua, Guerrero y Orbaiz jugando en el último partido de San Mamés? Pues también fue idea suya–, cada vez va a más, y no en cuanto a presupuesto o al glamour que suele acompañar a un festival cinematográfico, sino a la calidad que acumula y el interés que despierta. El rodaje de los años ha ido mejorando el producto. No es que todas las películas sean sublimes, pero siempre son interesantes. La que abrió el festival, Inside a Volcano, un documental sobre la trayectoria de la selección de Islandia en el camino hacia la Eurocopa, resultó un tanto irregular, pero tuvo su punto de emoción y de reivindicación sobre el valor de un grupo cohesionado. Y todavía quedan muchas más películas con las que disfrutar en la sala BBK de la Gran Vía. Es un buen momento para descubrir que el fútbol es algo más que lo que sucede en un campo de juego. La historia de Sunakali es el ejemplo.


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