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Entradas y hemerotecas


Hasta hace algunos años, una hemeroteca era un lugar silencioso, sagrado, al que algunos acudíamos con devoción, cargados de una importante dosis de paciencia. En Bilbao, la más concurrida era la de la Diputación. Se subía al primer piso, de suelo de madera antigua, se entregaba el carnet de identidad y se rellenaba una hojita en la que se apuntaba el ejemplar de periódico o revista que querías consultar. Al de un rato, el funcionario, un bedel vestido con traje azul de bedel y adornos dorados de bedel, descargaba el montacargas por el que llegaban los encargos, y te entregaba un voluminoso tomo del periódico que deseabas ver, y que pesaba bastante, porque era la colección de todo un mes de uno de los diarios de Bilbao de cualquier año desde su fundación. Entrabas en la sala de lectura, procurando que los zapatos no hicieran chirriar el parqué, y te sumergías en silencio en la lectura hasta encontrar lo que buscabas. Muchas veces había que repetir la operación en varias ocasiones. Ya digo que era un ejercicio de paciencia.

Después llegaron, a esa misma hemeroteca, las máquinas que permitían visualizar las páginas microfilmadas, e incluso fotocopiarlas a precio módico. Ya no recibías un tomo de la colección del periódico, sino una cajita con un rollo de película en el que se almacenaban varios meses de la historia del diario o semanario de turno.

Hace algunos años, creo que con la remodelación de la Biblioteca Foral, el organismo, con muy buen criterio, decidió digitalizar sus inmensas colecciones de periódicos, un trabajo de titanes. En un principio en DVD y desde hace un lustro colgados en internet. Ya no es preciso, por poner un ejemplo, acudir a la Hemeroteca Foral para repasar el ejemplar del 12 de febrero de 1967 de La Gaceta del Norte, sino que basta con pinchar en el apartado de hemeroteca digital de la página web de la Diputación y buscarla. El Gobierno Vasco ha hecho lo mismo, y la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Donostia también cuentan con un importante fondo editorial online. Algunos periódicos, como el ABC, La Vanguardia o Mundo Deportivo, permiten también el acceso a su historia.

Sin embargo, para mucha gente la hemeroteca es Google. Todo lo que se escribe en internet allí aparece. Y allí se puede encontrar rápidamente un artículo que escribí el 12 de octubre del año pasado, titulado El precio de las entradas. Se refería a lo caro que es acudir a un partido de fútbol de la Liga en España y concretamente en San Mamés. Decía que a un socio le cuesta 40 euros de media acudir a cada partido (en caso de que vaya a todos), y que estaban fuera de lugar las protestas de colectivos de San Sebastián y Vitoria, quejándose porque el Athletic no había llegado a un acuerdo con Real y Alavés para pactar un precio de 20 euros para las entradas de los visitantes. En concreto, los seguidores del Alavés, jaleados por la prensa local, decidieron no acudir a San Mamés para no pagar los 45 euros que costaba la entrada. Repetían así la sinsorgada del año anterior cuando decidieron viajar a Barakaldo pero no entrar en Lasesarre donde su equipo se jugaba el ascenso a Primera División.

Repito: las entradas son caras, pero hubiera supuesto un agravio comparativo para los socios del Athletic ponerlas más baratas para los seguidores del equipo visitante. El fútbol es divertido pero caro, y por supuesto, no es obligatorio. Nadie tiene que acudir a un campo si no quiere.

Viene a cuento esto de las más de 600 entradas que el Deportivo Alavés, Sociedad Anónima Deportiva, ha enviado al Athletic para la venta a sus seguidores, a un precio de 70 euros, es decir, 25 euros más que lo que le costó a un seguidor del Alavés, que los hubo y muchos, venir a Bilbao.

Para ese partido, las entradas más caras se cotizan a 120 euros, y el club vitoriano sabrá por qué lo hace, seguramente porque prevé un lleno y una buena recaudación. Está en su derecho.

Y es el mismo derecho que protegía al Athletic cuando decidió que el precio de las entradas para un seguidor del Alavés iba a ser el mismo que para uno del Betis o la Unión Deportiva Las Palmas: 45 euros, algo que no sucede, por cierto, en Mendizorroza, donde los precios para el Alavés-Eibar no son los mismos que los del Alavés-Athletic, y no me refiero a las entradas que entran en el pacto de algunos equipos vascos.

Por eso digo, ahora que las hemerotecas están al alcance de cualquiera en Google, es muy fácil buscar los artículos y los tuits que desde Vitoria criticaron al Athletic por el precio de las entradas, los hubo a puñados, por parte de aficionados y de periodistas, que volvieron a enredar también con la sede de la final de Copa unos meses más tarde en vez de ocuparse de sus cosas. El 7 de mayo, a mediodía, el Athletic jugará en Mendizorroza y probablemente siga teniendo la plaza europea en juego. Quienes vayan tendrán que pagar 70 euros, así lo ha dispuesto el Alavés. Es caro, pero no criticable. Pero seguramente habrá que sacarlo de la hemeroteca de Google en alguna otra ocasión.


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