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GIRO DE ITALIA 2017 Primera etapa: ALGHERO-OLBIA (206 KMS.)

Un instante de la fuga de la primera etapa del Giro, neutralizada a pocos kilómetros de la meta.

FOTO GIRO DE ITALIA

Todo cambia, todo es igual

El austríaco del Bora Lucas Polstberger es el primer líder de la carrera tras un ataque 

CLASIFICACIÓN ETAPA

 

1. Lukas Pöstlberger (AUT)  5h:13:35

2. Caleb Ewan (AUS) m.t

3. André Greipel (ALE) m.t

4. Giacomo Nizzolo (ITA)  m.t

5. Sacha Modolo (ITA)  m.t

6. Kristian Sbaragli (ITA)  m.t

7. Jasper Stuyven (BEL) m.t

8. Ryan Gibbons (RSA) m.t

9. Sam Bennett (IRL) m.t

10. Phil Bauhaus (ALE) m.t

CLASIFICACIÓN GENERAL

 

1. Lukas Pöstlberger (AUT) 5h:13:25

2. Caleb Ewan (AUS) a 4

3. André Greipel (ALE) a 6

4. Pavel Brutt (RUS) a 9

5. Giacomo Nizzolo (ITA) a 10

6. Sacha Modolo (ITA) m.t

7. Kristian Sbaragli (ITA) m.t

8. Jasper Stuyven (BEL) m.t

9. Ryan Gibbons (RSA) m.t

10. Sam Bennett (IRL) m.t.

El primer Giro es como el primer amor, nunca se olvida. Porque un Giro de Italia puede ser alegre, divertido, impetuoso, desagradable, impulsivo, aburrido. Como una relación. Mi primer Giro –como periodista, claro–, fue el de 1994, y me acuerdo bien del día que salí hacia Italia, porque a mitad de camino, cuando la autovía francesa desaparecía para convertirse en carretera nacional en aquellos tiempos, escuché por la radio que el grandísimo Luis Ocaña, que debía viajar a Italia para comentar la carrera con José María García, se había quitado la vida en su casa cercana a Mont de Marsan.

 

Fue un 19 de mayo. Esa noche dormí en Montecarlo, pero que nadie piense en el glamour, sino en un hotel de mala muerte en el que la dueña abrió la puerta desganada, en bata y zapatillas. La cena había sido en Cannnes, en una taberna llena de camioneros.

Llegué a Bolonia, de donde partía el Giro, el día 20 a mediodía y me costó toda la tarde conseguir mi acreditación. Hasta que la secretaria de la Asociación Española de la Prensa Deportiva envió un fax en el que acreditaba que, efectivamente, yo era periodista y, efectivamente, no estaba allí de turismo. Cuando llegó el documento, el encargado del asunto abrió un cajón y sacó la acreditación ya confeccionada, con la fotografía que había enviado un mes antes, y plastificada convenientemente. La tenían hecha y habían estado jugando conmigo cuatro horas. Así es el Giro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pero lo empecé a amar de inmediato. Sus paisajes, su gente, el fervor popular hacia una carrera que forma parte del patrimonio de Italia. Allí, entre las multitudes, destacaba Gino Bartali, en sus últimos años, con una gorrita de ciclista, aclamado a cada paso, en cada pueblo, mientras lo agradecía con su voz rota.

 

Después supe de su callada valentía contra el fascismo que salvó muchas vidas; de esa victoria en el Tour que evitó una guerra civil en su país después del atentado al líder comunista Palmiro Togliatti. Y aunque no estoy en Italia, veo que pocas cosas han cambiado desde 1994, al menos en la esencia de la carrera italiana. En realidad ha cambiado todo, pero todo es igual.

 

Lo mismo en la península italiana que en Cerdeña, donde se ha iniciado la centésima edición de la carrera. Olbia se parece a cualquier ciudad del Tirreno, con su lungomare, su aspecto tranquilo, casi veraniego en primavera; con las cunetas repletas y los escaparates teñidos de rosa. Allí esperaban ansiosos la llegada de la jornada inicial, estropeada por la descalificación de dos ciclistas, Stefano Pirazzi y Nicola Ruffoni, del equipo Bardiani, que no pasaron satisfactoriamente los controles que les hicieron hace una semana.

En la espera, viéndolo a través de las pantallas gigantes y durante algún tiempo, los espectadores llegaron a pensar que la victoria se decidiría entre Benedetti, Brutt, Zhupa, Bialoblocki y Teklehaimanot, componentes de la primera fuga importante del Giro, bordeando la Costa Esmeralda, pero los cinco fueron cazados a cinco kilómetros para la meta, mientras el Movistar de Nairo Quintana, que busca su segunda victoria final, controlaba la carrera con cierta comodidad junto al Sky, el combate de los jefes.

Parecía una jornada para el sprint y por allí andaba Greipel, pero a  veces el control de los equipos de los llegadores se descontrola, y en una curva cerrada, casi en el último kilómetro, el austríaco Lukas Postlberger se adelantó unos metros en lo que parecía una maniobra para colocar a los más rápidos de su equipo. De repente, varias curvas y una distancia que no menguaba. Miró hacia atrás, observó el panorama y decidió seguir con los brazos sobre el manillar, hasta encontrar la última revuelta y la pancarta de meta.

 

Cuando dejó de pedalear, el ciclista de 25 años, debutante en el Giro, sabía que los lebreles no le alcanzarían y que se vestiría la primera maglia rosa de 2017. Seguro que él tampoco olvida su primer Giro, que será como su primer amor. Por mucho que pasen los años y cambien las cosas, nada cambia.

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