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TOUR DE FRANCIA 2017 A dos días del comienzo 

CRÓNICAS

DE TRES

​DÉCADAS

Alberto Contador, en la meta de Plateau de Beille en 2007.

A. CONTADOR NOTEBOOK

Deslumbra Alberto Contador

2007, 14ª etapa 22 de julio MAZAMET/PLATEAU DE BEILLE. Ganador: Alberto Contador 

Echavarri siempre fue algo así como un prestidigitador. No se sabe cómo, nadie sabe lo que habló -salvo, tal vez, Eusebio Unzue-, pero se puso un día delante del consejero delegado de una empresa de papel de aluminio y le contagió sus sueños. Salió del despacho con una promesa en firme, un par de coches de segunda mano y el modesto presupuesto como para montar un equipo ciclista.

 

Fue el equipo de Arroyo, Delgado, Indurain, Olano, Valverde... Es un prestidigitador y además tiene buen ojo. El manager del Caisse d'Epargne, empeñado en convertir a Valverde en el ganador de un Tour también tiene tiempo para mirar de reojo a los ciclistas prometedores de otros equipos. Hace años que vio correr en Abarzuza, su pueblo, a un corredor al que apodaban patas de alambre y se llamaba Alberto Contador. «Este va para figura», le dijeron, pero Echavarri ya lo sabía. «Era un pata negra».

 

Lástima. Corría en el Iberdrola, un equipo de Saiz. A Echavarri no le falla todavía la vista. El pata negra es la esperanza, y viste de blanco. Alberto Contador, madrileño de Pinto, que durante su época de aficionado emigró al País Vasco, para madurar como ciclista, es ahora otro Discovery, como lo fue Lance Armstrong, y también regresó al ciclismo después de una arriesgada operación cerebral. Además, se ha convertido en la única amenaza de Rasmussen.

 

En Plateau de Beille, donde se destaparon las vergüenzas de Mayo, de Valverde, de Klöden y de Evans por orden inverso al de su clasificación, Contador brilló. Fue el mismo día en el que la furia desatada de Vinokourov se apagó a mitad de camino de Pailhères. En los Pirineos quedó sentenciado. No fue lo que parecía. Tras la crono de Albi, sólo volvió de visita. La resaca de la crono, el esfuerzo de las dos primeras semanas, pasó factura, y de qué manera, en la primera cita con los Pirineos.

 

En Plateau de Beille ganaron Pantani (1998) y Armstrong (2002). Los dos se llevaron el Tour en esos años. ¿Se repetirá este año? Allí se organizó una espectacular batalla sin un dominador claro. Contador se agarró a su equipo. Obedeció las órdenes de Johan Bruyneel. Siempre en cabeza, siempre atento. Trabajaba el Saunier Duval por intereses ajenos a la general. Buscaban la etapa para Mayo, el ciclista ciclotímico.

 

Ayer andaba con los biorritmos bajos. Pero el trabajo de los amarillos desnudó al Astaná. A cuatro kilómetros de la cima de Pailhères, Vinokourov se descolgó. Era un calvario. Perdió ocho minutos en un suspiro. De repente las rodillas le dolían como hace una semana. Las fuerzas se le escapaban. Entonces le tocó el turno al líder. Rasmussen puso al equipo en fila. Dekker y Boogerd machacaron al pelotón cuando se empezaba a subir al Plateau de Beille. Contador seguía allí, atento a las órdenes.

 

Vinokourov ya estaba perdido. Aumentó su desgracia incluso. Se cayó en la ascensión junto a su fiel Ivanov. Contusiones diversas reza el parte médico. Estaba agotado. Llegó a 28 minutos de Contador. Para el español era el protagonismo. Para él y para Rasmussen, el líder. Popovych realizó el trabajo, Leipheimer hizo de cebo. Sólo quedaron los importantes. Además de los grandes protagonistas, Sastre, Soler el colombiano, Klöden y Evans, pegado como una lapa, incapaz de tomar iniciativas.

 

Pero no era el día del Astaná. Por delante, Colom acabó atrapado por la ambición de los poderosos. Entre los favoritos Klöden claudicó cuando el pedaleo alegre de Contador le destrozó el ritmo. Sastre convertía su ascensión en una agonía; Soler usaba los trucos que aprendió en las calles de Ramiriquí. Evans es el hombre lapa. O lo era. Hasta que Rasmussen dijo basta. Hasta que Contador tomó la iniciativa, «porque en el coche no saben cuándo me duelen las piernas». Evans también dimitió.

 

Quedaban cuatro kilómetros. Suficientes como para abrir hueco, para colaborar y para llegar a un acuerdo. Pero no lo hubo. Contador tuvo que trabajarse la victoria ante el líder ambicioso. Luego, sin bajarse de la bicicleta, le dio una charla sobre ética deportiva. Contador ya es segundo. El ciclismo español sueña con volver al podio de París.

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