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GIRO DE ITALIA 2017 Cuarta etapa: CEFALÚ-ETNA (181 KMS.)

Bob Jungels celebra en el podio el liderato del Giro de Italia.

FOTO QUICK STEP

Nadie provoca la erupción del Etna

El primer final en alto decepciona por culpa del viento y con todos los favoritos vigilándose

CLASIFICACIÓN DE LA ETAPA

 

1. Jan Polanc (UAD) 4:55:56
2. Ilnur Zakarin (KAT) +19''
3. Geraint Thomas (SKY) +29''
4. Thibuaut Pinot (FDJ) +29''
5. Dario Cataldo (AST) +29''
6. Tom Dumoulin (SUN) +29''
7. Bob Jungels (QST) +29''
8. Adam Yates (ORS) +29''
9. Bauke Mollema (TFS) +29''
10. Vincenzo Nibali (TBM) +29''

CLASIFICACIÓN GENERAL

1. Bob Jungels (QST) 19h41'56''
2. Geraint Thomas (SKY) a 6''
3. Adam Yates (ORS) a 10''
4. Vincenzo Nibali (TBM) a 10''
5. Domenico Pozzovivo (ALM) a 10''
6. Nairo Quintana (MOV) a 10''
7. Tom Dumoulin (SUN) a 10''
8. Bauke Mollema (TFS) a 10''
9. Mikel Landa (SKY) a 10''
10. Thibuaut Pinot (FDJ) a 10''

En el Giro de 1999, que comenzó en Agrigento (Sicilia), estuvo de visita Miguel Indurain. Acompañaba a Josu Garai, el compañero de tantas carreras en tantos lugares. Dijo que iban a ser sólo unos días, porque no le apetecía demasiado andar de aquí para allá. En realidad, aceptó por su amigo periodista y porque en el pelotón todavía corría su hermano Prudencio, enrolado en las filas del Seguros Vitalicio.

 

La segunda etapa terminaba en Catania, en las faldas del Etna. La organización había situado la sala de prensa en la Feria de Muestras La Ciminiere, lejos de la meta. Salimos a comer unos cuantos colegas y Miguel Indurain. Gracias a él nos dieron la mejor mesa y nos atendieron rápido, como demandó el campeón. Al terminar, mientras los demás periodistas volvían a su trabajo, les dije que yo me quedaba a ver al pelotón.

 

Los últimos kilómetros eran en un circuito y tenían que pasar muy cerca de allí un par de veces. "Yo también me quedo", dijo Indurain. "A ver si veo a Pruden". Un rato después apareció el grupo, encabezado por el treno rosso del Saeco y de Mario Cipollini. Iban como centellas. "No le he visto, ¡qué rápido van!", comentó un tanto asombrado el gran Miguel. "Hombre, tú les ganabas, así que supongo que ibas más rápido", le contesté. "¿Yo iba tan rápido?", replicó.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Desde hace unas semanas, una cadena de televisión emite Genius, una serie basada en la vida de Albert Einstein, el físico que enunció la teoría de la relatividad, que se puede aplicar en este asunto. Cuando Indurain volaba en su bicicleta veía al resto del pelotón moviéndose a una velocidad similar; cuando vio al pelotón desde detrás de la valla, los ciclistas le parecían centellas.

 

A los demás espectadores nos sucede lo mismo. No es igual observar la subida al Etna –con su sempiterna boina de nubes–, a través de la televisión que plantarse en las laderas de ceniza volcánica para ver pasar a los ciclistas, así que muchas veces da la sensación de que los corredores van casi parados cuando en realidad no es así. Y cuando en esa ascensión todos los favoritos se reúnen en un grupo, la sensación de lentitud es aún mayor, aunque al final de la etapa la media supere los 36,6 kilómetros por hora, es decir, una bestialidad.

Pero una cosa es la velocidad y otra distinta el espectáculo, y ver subir a todos juntos mientras los kilómetros van acercando al pelotón principal a la meta, se convierte en una decepción.

Es cierto que el Giro no ha hecho más que empezar; que quedan bastantes escenarios en los que plantar batallas cruentas a los rivales, pero en la ascensión al Etna, uno de los volcanes más activos del mundo, nadie provocó una erupción; ningún favorito quiso quemarse con la lava.

 

Por esa carretera tantas veces arreglada y vuelta a arreglar después de los periodos de actividad volcánica, el miedo le ganó a la valentía; el viento superó las ansias de gloria. Los principales exigieron a sis domésticos un ritmo fuerte para evitar disidencias, y se abrigaron a su resguardo como en los abanicos de Cagliari mientras el viento soplaba desde el costado izquierdo. Sólo Paolo Tiralongo, Pello Bilbao, Hansen e Igor Antón iniciaron tímidos ataques ahogados por el tren exigente de los equipos punteros y frenados por el aire frío de la montaña siciliana.

 

Únicamente Vincenzo Nibali amagó una revuelta poco después de que Nairo Quintana pasara lista, estudiara el anemómetro y decidiera quedarse donde estaba. Sólo Mikel Landa tiene una pequeña excusa por su pinchazo en plena subida que le obligó a un esfuerzo extra para unirse de nuevo.

En esa tesitura, los premios gordos del día se los llevaron el esloveno Jan Polanc y el luxemburgués Bob Jungels. El primero, único superviviente de una escapada de largo aliento, administró sus propias fuerzas y la desidia del pelotón para ganar la etapa. Al segundo le fue suficiente llegar en el grupo de los favoritos para vestirse de rosa. El cuarto líder en cuatro etapas y otra alegría para el Quick Step. Gaviria le cede la maglia a un compañero.

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