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Información y propaganda


El fútbol no sólo son goles, y menos en un club como el Athletic. Los gestos también son trascendentes. El domingo, la directiva que preside Josu Urrutia, envió al Vicente Calderón una delegación institucional de tercera fila, en el partido más decisivo del equipo rojiblanco en toda la temporada, por ser el último y en el que se jugaban las opciones europeas. No se sabe la razón, porque nadie la explica. Lo cierto es que desde Ibaigane se pide a menudo a la afición que arrope al equipo, pero en esta oportunidad, cuando el número de seguidores del Athletic iba a ser mínimo, la junta decidió que la representación iba a ser de todo a cien; que apoyar al equipo y confiar en él desde la cúpula de la entidad lo dejaban para otra ocasión. Un desplazamiento europeo apetecible quizás, ahora que hay más sitio en los aviones porque no viajan los periodistas. Claro que para que eso suceda tendremos que encomendarnos a la inspiración de lo que llaman la MSN y que, supuestamente, dirigirá Ernesto Valverde la próxima campaña.

Se puede interpretar de muchas formas el hecho de que el presidente del club, Josu Urrutia, no acudiera al campo del Atlético de Madrid a presenciar el partido que clausuraba el campeonato y también el propio estadio, cuando, además, fue el club madrileño el que expresó, antes de que se sorteara el calendario liguero, su interés en contar con el Athletic como rival en la última jornada, entre otras cosas porque también fue el equipo que jugó el último partido en el antiguo estadio Metropolitano, y ambos clubes comparten raíces comunes desde la fundación del Atlético capitalino.

Aquí puede estar el origen del asunto, porque los dirigentes rojiblancos, en boca de su secretario, ya expresaron en la última Asamblea de socios la tontería –que sin embargo muchos athleticzales asumieron–, de que el Atlético de Madrid usurpaba el nombre y los colores del Athletic Club. Es comprensible, por tanto, que no acudiera Javier Aldazabal, autor intelectual de la falacia.

También puede ser que el presidente Urrutia decidiera que era más importante para él, el partido del equipo femenino en el que se homenajeaba a Iraia, Eli Ibarra e Irune, que después de cumplimentar una extensa hoja de servicios han decidido dejar el fútbol. Porque, por supuesto, hubiera sido una pataleta tonta no acudir porque el Atlético no envió entradas al Athletic, teniendo en cuenta que durante una temporada completa el Athletic no cedió entradas a nadie. Por las obras, claro, pero cada cual tiene sus razones.

Así que si fue por las chicas, Urrutia cumplió. Acudió a Lezama con su look marinero, pero se le olvidó al presidente, tan celoso en estas cuestiones, advertir a sus colaboradores de la grandísima importancia del asunto, porque ni siquiera tuvieron en el club la previsión de avisar a los fotógrafos de la entidad, y después de que los reporteros gráficos que comparecieron por propia iniciativa o la de sus empresas, plasmaran para la posteridad el homenaje (un par de días antes), el Athletic tuvo que acudir a uno de ellos para, previo pago, eso sí, que dinero no falta, comprarle las fotografías correspondientes.

Hace un año, en el Ayuntamiento y después en la Diputación, Josu Urrutia, además de regañar a los políticos que se apuntaron oportunos y oportunistas a la celebración por la Liga femenina, señaló a los medios de comunicación y les pidió más implicación en esa sección del club, subiéndose a la ola para reprochar su ausencia en algunas conferencias de prensa de su entrenador. Doce meses más tarde, atemperada la euforia, también se olvido de pedirle al fotógrafo del Athletic que se acercara a Lezama para plasmar el homenaje a tres de las grandes del equipo femenino. Qué cosas.

Y además, como no hay una explicación a todas estas cosas que pasan, no se puede más que elucubrar, como están haciendo los medios de comunicación desde hace unos cuantos años con cualquier asunto. La brecha abierta entre el club y la prensa se hace cada vez más grande. Es cierto que no es el Athletic la única entidad en el que suceden estas cosas. Me contaban hace unos días que el Atlético de Madrid ha intentado de forma sutil evitar que los medios viajen en el avión del equipo. Por ejemplo, poniendo una jardinera para jugadores, técnicos y directivos y otra para los periodistas, que suelen ser tres. O subiendo los precios de cada plaza de avión. Para un viaje de ida y vuelta a Bilbao en el día, el pasaje para la prensa costaba 900 euros. Como no han conseguido evitar la presencia de los periodistas por estos métodos de disuasión, a partir de ahora no viajarán, y punto. A las bravas.

Me dicen también que en el Athletic le han dado una vuelta de tuerca al asunto de las relaciones con la prensa y que las mentes pensantes del club han llegado a la conclusión de que los medios de comunicación no son un complemento sino, simplemente, la competencia. Un ejemplo se vio hace unos días cuando en un reconocimiento que se hizo a Gorka Iraizoz junto a José Ángel Iribar y Carmelo Cedrún, el departamento de comunicación prohibió hablar al Chopo y a Gorka, las dos personas que están bajo su control. Sólo Carmelo charló con los periodistas porque no cobra del Athletic, y todo porque el portero que ahora deja la entidad, debía guardar silencio hasta que se difundiera la supuesta entrevista que publica la página web oficial.

Digo "supuesta entrevista" porque en una entrevista de verdad el periodista plantea preguntas incómodas o para el entrevistado o para el Athletic, que no tienen cabida en el publireportaje con Gorka, en el que el portero no tiene ninguna responsabilidad, porque se debe al club.

Y es que no se equivoquen. Una cosa es información y otra, propaganda. Cuando un organismo, una entidad o, en este caso, un club de fútbol, quiere controlarlo todo a través de sus medios oficiales, no se puede hablar de información sino de propaganda. A pesar de lo que algunos crean, la prensa no es la competencia del Athletic en ningún caso, sino su contrapeso. Es la que, a veces equivocándose, trata de contrarrestar la verdad oficial que el poder, –cualquier poder en cualquier parte del mundo–, intenta imponer.

Hay errores, sí. A veces manipulaciones, e incluso mentiras, pero debe ser el lector, el oyente o el televidente el que trata de discernir entre lo cierto y lo incierto, y desde luego, desconfiar de los mensajes que se envían para que los incondicionales, sin la más mínima capacidad de análisis, digan que sí a todo. Si los medios estadounidenses no revelan las constantes meteduras de pata de Trump, sólo queda la verdad oficial, y eso es aterrador. También en el Athletic, aunque sólo sea un club de fútbol. La página web rojiblanca no podrá ser nunca un medio de comunicación, como no lo es el Boletín Oficial del Estado.


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