GIRO DE ITALIA 2017 17ª etapa: TIRANO-CANAZEI 219 KMS.
Pîerre Rolland entra como ganador de la etapa en solitario.
CANNONDALE
La tregua previa a la batalla
El francés Pierre Rolland gana una etapa de desgaste larga y siempre cuesta arriba
CLASIFICACIÓN DE LA ETAPA
1. Pierre Rolland (FRA) 5h42'56''
2. Rui Costa (POR) +24''
3. Gorka Izagirre (ESP) +24''
4. Rory Sutherland (GBR) +24''
5. Matteo Busato (ITA) +24''
6. Dries Devenyns (BEL) +24''
7. Felix Grosschartner (AUS) +24''
8. Omar Fraile (ESP) +24''
9. Mike Woods (CAN) +24''
10. Julien Bernard (FRA) +24''
CLASIFICACIÓN GENERAL
1. Tom Dumoulin (HOL) 76:05:38”
2. Nairo Quintana (COL) +31”
3. Vincenzo Nibali (ITA) +1:12”
4. Thibaut Pinot (FRA) +2:38”
5. Ilnur Zakarin (RUS) +2:40”
6. Domenico Pozzovivo (ITA) +3:05”
7. Bauke Mollema (HOL) +3:49”
8. Bob Jungels (LUX) +4:35”
9. Steven Kruijswijk (HOL) +6:20”
10. Jan Polanc (POL) +6:33”
Tal vez la etapa dio una sensación diferente a lo que en realidad sucedió: que el hecho de que los principales actores del Giro no parecieran estar activos, no quiera decir que llegaran a la meta como quien lava, tan lozanos y frescos como el primer día. En realidad no fue así, porque todos, del primero al último, penaron cuesta arriba durante más de 200 kilómetros.
Puede ser que el aficionado de a pie esperara otra cosa, porque el escenario era magnífico, en medio de los colosos dolomíticos, a traves de inescrutables pasos montañosos que hasta hace pocas semanas permanecían bloqueados por la nieve, circulando por valles verdes en los que empiezan a puntear las flores con la llegada del buen tiempo y el aumento de las temperaturas.
Desde Tirano, donde comienzan las rampas del Mortirolo, por Aprica, punto emblemático del Giro, un lugar lejos de cualquier otro, rodeado de paredes nevadas: por el Passo Tonale, un enclave que suena a ciclismo y batallas épicas. Y luego la constante subida desde las orillas del extenso río Adigio, allá donde hace siglo y medio estallaron los diques que inundaron Trento, hasta el Valle Di Fassa, a más de 1.400 metros de altitud.
Todo parecía que estaba preparado para un espectáculo que no se puede demorar mucho más, porque el Giro está en su cuenta atrás, pero muchas veces después de la calma aparente llega la tempestad. Tras una etapa de desgaste, de persecución sin fin al numeroso grupo de escapados que llegó a tener 13 minutos de ventaja, las piernas flaquean al día siguiente, que puede ser mortal.
Puede que esa fuera la intención del Movistar de Nairo Quintana, que metió a dos de su equipo en el grupo cabecero, la de mantener la carrera viva, siempre en tensión. Desgastar los nervios y las piernas del líder Tom Dumoulin, que pudo mantener a raya su intestino y llegar en el grupo de los favoritos a la meta sin ningún contratiempo.
También consiguió controlar la escapada, de la que salió Pierre Rolland para ganar la etapa y devolver a Francia al mapa del Giro después de tres años de secano. Nadie le pudo seguir en los últimos kilómetros. Todos iban, en el grupo de escapados y en el pelotón, con la lengua fuera y el freno de mano puesto, como a cámara lenta, porque en la última semana las fuerzas empiezan a fallar y hay que dosificarlas. Cuando el Sunweb vio que la diferencia con los de delante se movía en límites razonables, sus corredores levantaron el pie. Todos se conformaron.
Pero no fue incapacidad, ni desidia, sino los 200 kilómetros casi siempre cuesta arriba, sin descansos, que ya no se suben tan alegremente como las rampas del Etna en los primeros días. Habrá que ver si el desgaste pasa factura en el Pordoi, el paso Valparola, el Grodnerhoch, el Pinei o Val Gardena, los cinco puertos concentrados en 131 kilómetros. A Nairo Quintana o a Nibali les quedan tres oportunidades para distanciar a Dumoulin antes de la etapa contrarreloj entre el circuito de Monza y Milán. Necesitan un colchón de minutos importante.