Descentrados
El jueves en el campo de un rival menor, el Rapid, el Athletic estuvo a punto de naufragar en el marcador aunque al final rescató un empate que, en definitiva, no sirvió para nada. Se ahogó con su juego, no supo imponerse a un equipito de suplentes. Podía alegar entonces que como no dependía de sí mismo, se permitió refrescar el plantel con jugadores poco habituales. La alineación así lo reflejó. El grupo de Valverde jugó un partido pobre, con escaso espíritu, y aunque llevó la iniciativa, su profundidad dejó bastante que desear. Lo que importaba, en teoría, era el partido del domingo contra el Betis en el Villamarín.
Ahí si, Valverde se rodeó de sus hombres de confianza. Conformó una alineación más reconocible en busca de los tres puntos, pero en Sevilla le fue peor que en Viena y el Athletic volvió a demostrar que es un equipo de andar por casa; que sólo en San Mamés, donde tampoco está exhibiendo un fútbol solvente, saca la casta que hay que demostrar para pasar por la Liga. Heliópolis fue un episodio más de la enfermedad que padece el equipo bilbaino la presente temporada. Ha ganado en Granada, en La Coruña y en Santander, en Copa, pero en los tres partidos desarrolló un fútbol muy pobre, de hacérselo mirar.
Porque una cosa es el sobeteo del balón y otra los puntos en juego. En esto el Betis fue mucho mejor. Al Athletic le pasó como al joven, o la joven del chiste, que se pasa varias horas en una discoteca intentando ligar con otra joven u otro joven, dándole palique, y a las cinco de la mañana aparece alguien más listo, o lista, y le levanta la pieza. "Se ha ido con otro -otra-, pero yo he tenido la posesión", se conforma. Pues eso. El Athletic tuvo la posesión y el Betis marcó el único gol. Las estadísticas son las que son, pero no sirven para nada en la clasificación de la Liga.
Y además, al equipo sevillano le bastó con el primer cuarto de hora. Consiguió que Aymeric Laporte, que parece más fuera que dentro del campo, se ganara a pulso la tarjeta amarilla en el minuto 2 por discutir una falta con el juez de línea, una actitud absurda que Valverde recriminó después en privado y en público. Ese "creo que nos estamos pasando con las protestas", es un aviso a navegantes. El francés se descentró tanto que pudo ser expulsado tan ricamente después de un rifirrafe con Rubén Castro; o en otra acción en la que el delantero se ganó también la amarilla por simular una falta, pero lo hizo tan bien que estuvo a punto de engañar a todo el mundo. Y entonces llegó el gol bético, de su delantero centro, después de que Laporte, fuera de sí, cayera fulminado no se sabe por qué, al borde del área. Cuando marcó el Betis a Valverde le pidió el cuerpo cambiar a su central inmediatamente. Lo hizo en el descanso. Laporte tendrá una semana para reflexionar porque no podrá jugar el próximo partido.
Sí, toco mucho la pelota el Athletic ante un Betis bien situado, pero sin velocidad, sin ideas, a un ritmo en el que se pueden jugar 500 minutos sin crear una ocasión de gol. Los dos cambios del descanso tampoco mejoraron mucho ante un rival que se tiró atrás. El Athletic no da sensación de peligro, ha perdido toda su chispa, juega sin intensidad, pierde las disputas y lo protesta todo, lo que no deja de ser un síntoma de jugar descentrado. Adan, el portero local, no tuvo que hacer ninguna parada, porque el Athletic apenas remató y se le recuerdan escasas llegadas al área contraria. Pero eso sí, la culpa la tendrán los periodistas, como recordó Raúl García. "No pasa nada, sois vosotros los que queréis que pase algo".