Fútbol bajo la niebla
La niebla que cubre la región de la Emilia-Romagna impidió saber si el Athletic es primero o segundo de grupo. Esta vez no es una cuestión de la gobalización sino del clima, que a veces juega malas pasadas a estas alturas del año, cuando en una de las regiones más ricas de Europa llegan los vientos fríos y se condensa el aire en las riberas del río Po. La niebla es uno de los factores meteorológicos que más se ha repetido durante el último mes en esta región en la que se jugaba el Sassuolo-Genk, que decidía el orden de los dos primeros puestos en el grupo de la Europa League. Bolonia, Reggio Emilia o Sassuolo estaban casi bloqueadas por eso que en Londres se llamaba puré de guisantes y que en esencia no era lo mismo porque en la capital británica la contaminación de las calefacciones a carbón era uno de los factores principales.
En el Mapei Stadium no se veía una portería desde la otra, que es el baremo que debe aplicar un árbitro, según explicaba Escartín en su reglamento comentado, para suspender un partido, así que en el grupo interruptus del Athletic aún no hay (a la hora de escribir estas líneas, que no es muy pronto ni muy tarde), clasificación definitiva.
Aunque estuvo a punto, porque el partido de Viena se le complicó mucho al equipo de Valverde cuando el Rapid marcó el gol que abría el marcador. No se lo merecían, desde luego, porque en un partido rácano, aburrido a más no poder, el único equipo que proponía alguna cosa era el bilbaino. Los vieneses, sumidos en una crisis sin precedentes en su historia más reciente, jugaban con un equipo experimental. Pero mira por dónde, para una vez que se acercaron, consiguieron marcar su gol.
Habría sido el paradigma de la habitual flojera del Athletic a domicilio desde que comenzó la temporada, y todo un logro el de clasificarse para dieciseisavos de final sin conseguir un solo punto en campo contrario, pero al final Saborit dejó las cosas como al principio, es decir, con empate, y a la espera de que se disipe la niebla de la Emilia-Romagna, y el Sassuolo les de una alegría a sus seguidores y a los del Athletic con una victoria frente al Genk.
Desde luego, el equipo rojiblanco no mereció perder, pero si apuramos un poco, tampoco hizo demasiados méritos para ganar, porque es verdad que tuvo la pelota casi siempre; que Muniain zascandileó todo lo que pudo y más, y que el Rapid no es un dechado de virtudes futbolísticas, pero se notó demasiado que Valverde estaba utilizando el equipo "B", esta vez con argumentos, y con la ausencia de varios titulares, a quienes salen en su lugar se les notan demasiado las costuras. Porque algunos jugadores, como Eraso y Mikel Rico, que aportaron trabajo estajanovista y sudor casi a bajo cero, pierden claridad cuando se acercan al área, la niebla les impide la visión y enredan el hilo demasiadas veces. Y otros, como Sabin, no aprovechan las oportunidades que tienen para jugar, que son bastantes, y convierten su trabajo en intrascendente. Con estas premisas, el Athletic se pasó minutos y más minutos hilando y deshilando, sin dar ese paso necesario hacia adelante. La niebla se instaló en los ojos de muchos jugadores del Athletic. Sólo con Beñat y Susaeta en el campo, mejoró la producción ofensiva. También con Villalibre, la buena noticia de la semana, que nada más salir le dio la asistencia de gol a Saborit para empatar el partido. Tendremos que conformarnos con eso, y con el buen comportamiento de la hinchada del Rapid, muy diferente a la del Austria. Los seguidores locales, pese a estar ya eliminados, llenaron el campo, animaron sin cesar y tuvieron el detalle de recordar a Iñigo Cabacas.
Así que después del truño vienés, sólo queda ver si se despeja la niebla del Mapei Stadium para despejar, igualmente, la incógnita de saber en qué bombo estará el Athletic en el sorteo de dieciseisavos.