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A Solna de cabeza


Ya entiendo que el título puede sonar a chiste. Que hablar de la final de la Europa League a estas alturas de la temporada es como hacer un brindis al sol. No hace falta decir que empezar a reservar entradas para el partido del mes de mayo de 2017 es una bilbainada de las gordas. Todavía queda mucho para llegar a ese Friends Arena, que es el sucesor del mítico Rasunda, el estadio de la final de la Copa del Mundo de 1958, en la que se destapó el genio de Edson Arantes do Nascimento, más conocido como Pelé. En aquel partido contra Suecia, por cierto, hubo un bilbaino como testigo directo, y tal vez era el único que estaba atento a lo que sucedía en el césped, porque era Juan Gardeazabal, que actuaba como juez de línea. ¿Por qué los demás bilbainos no ponían atención a ese monumental encuentro? Muy fácil, al margen de que todavía a España no habían llegado las retransmisiones televisivas. Casi a la misma hora se jugaba en el estadio de Chamartín la final de Copa entre el Athletic y el Real Madrid. Sí, aquella de los once aldeanos que los rojiblancos que entrenaba Baltasar Albeniz le ganaron al flamante campeón de Europa. El Mundial no interesaba tanto como la Copa ganada a pulso al ya por entonces todopoderoso Madrid.

En fin, sigamos con los del título. Tiene un porqué. El Athletic alcanzó frente al Sassuolo, el acceso a los dieciseisavos de final de la Europa League. Falta aún una jornada para terminar la liguilla y sólo le queda dirimir si será primero o segundo de grupo. Por supuesto, la primera opción es la más interesante. Llega a este punto el equipo de Ernesto Valverde después de cinco partidos en los que sería complicado encontrar una fase de juego brillante, sumados los 90 minutos de cada encuentro. Se pueden buscar grandes detalles, como el magnífico debut europeo de Yeray en Regio Emilia, pese a la derrota; los cinco goles de Aduriz al Genk, o la pelea constante por cada balón, que ya es de por sí un mérito de este equipo, pero el buen juego ha aparecido con cuentagotas. Es por eso que, si a falta de un jornada el Athletic ya tiene el pasaporte para las eliminatorias, cuando aparezca el fútbol en las botas de sus jugadores, que sin duda aparecerá, el camino hacia la final estará expedito.

Porque ya es una señal la victoria frente al Sassuolo después de un partido lleno de intermitencias y acciones atolondradas, que comenzaron ya en el minuto 2, cuando se encadenaron tres errores fatales, primero el descontrol de Laporte, que le regaló el balón a un rival que se dolía en el suelo y al que le desaparecieron de repente los males. Segundo, la mano blanda de Iago Herrerín, que no blocó un disparo sin demasiado peligro, y tercero, el despeje de Balenziaga con la pierna que no debía. Como se suele decir, un cúmulo de despropósitos que acabó en la red.

Es verdad que desde ese momento apretó el Athletic y se defendió el Sassuolo con todas sus armas, tratando de buscar el contragolpe con hombres muy rápidos. Muniain apareció entusiasta para liderar el juego rojiblanco, pero nadie más encontraba la tecla hasta que apareció Raúl García en un córner para poner el empate, que llegó más por empuje que por fútbol.

También en un saque de esquina llegó el segundo, tras la pausa del bocadillo. Llevaba ya el Athletic quince tiros desde el banderín a esas alturas, y era una ventaja que concedía el equipo italiano, aunque sólo fuera por una mera cuestión de estadística. Yeray peinó el centro de Beñat y apareció Aduriz en el segundo palo para remachar de cabeza. Lo que el juego no ofrecía se conseguía a base de estrategia. Después, con el Sassuolo tratando de llegar, y tras varias acciones que pusieron los pelos de punta a la afición del Athletic, como el despeje de Yeray que golpeó en la espalda de Laporte, o el saque de puerta de Herrerín que también golpeó en Yeray, apareció de nuevo la cabeza de Aduriz para peinar hacia la carrera de Lekue que cruzó con fuerza y marcó el tercero del Athletic.

Como en la presente edición de la Europa League, la afición ha pagado el abono del sufrimiento, ni siquiera esta vez pudo respirar con tranquilidad, porque otro desajuste defensivo acabó en la red de Herrerín, que pudo a la primera pero no a la segunda. De taquicardia en taquicardia, el equipo de Valverde, que se enfadó después en la rueda de prensa como pocas veces se le había visto, consiguió la clasificación porque ni el Sassuolo ni el Rapid, que ya están eliminados, pueden alcanzar al Athletic y el Genk. Ahora queda la lucha por el primer puesto, pero tal como le están yendo las cosas al equipo bilbaino, no sería extraño tener que seguir sufriendo camino de la final. ¿Solna está lejos? Mucho. Pero a poco que aparezca el fútbol...


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