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Vigor y valor


Cuando en Ipurua, la temporada pasada, comenzó a circular el rumor de que Raúl García parecía a punto de fichar por el Athletic, el partido frente al Eibar estaba ya en situación terminal, como el resultado. Muchos seguidores rojiblancos se habían marchado camino de casa. Como el wifi del campo eibarrés no terminaba de arrancar y debía enviar la crónica con urgencia, decidí hacer lo mismo que los desilusionados hinchas bilbainos. Tenía el coche en la subida a Elgeta y debía pasar por delante del campo para salir hacia Bilbao, así que diez minutos antes del final, y a la vista de que en el césped no iba ocurrir nada, salí pitando. Justo había sobrepasado el estadio, cuando empezaron a salir en masa los espectadores, y la radio, un par de minutos después, comenzó a amplificar el rumor sobre el inminente traspaso del jugador del Atlético de Madrid al Athletic. Estaba atado de manos, en plena autopista ya, así que tuve que esperar a llegar para poder confirmar la historia. Como es habitual, desde el Athletic no corroboraron nada. Es más, dijeron que no tenían ni idea. Sin embargo, la llamada de teléfono a un compañero madrileño bien relacionado con el Atlético, fue la solución. El propio dueño del club, Miguel Ángel Gil, le dijo que, efectivamente, su entidad había llegado a un acuerdo para que Raúl cambiara de equipo. Incluso dio las cifras. Era la ratificación oficial, la oficiosa había llegado antes, con los goles dedicados a Rulo por sus compañeros hasta ese día, y después con las palabras de su entrenador, Simeone, una gran despedida.

En el momento en el que me convencí de que el Athletic había llegado a ese acuerdo, se me dispararon las pulsaciones. Estaba convencido de que llegaba a San Mamés un futbolista ganador, capaz de arrastrar a todo un equipo. Con su vigor y su valor. Y así ha sido, y el choque contra el Villarreal es uno de esos partidos en los que se demuestra su carácter. El que, además, contagia a sus compañeros.

Arriesgó Valverde con la alineación y sembró algunas dudas. Prefirió ser conservador con la recuperación de Beñat y San José y se la jugó con Vesga y Mikel Rico. Y en esas, andaba el partido atascado en la primera parte, siempre con el viento a favor de los rojiblancos pero sin la fuerza suficiente como para desplegar las velas. Asenjo, el portero del pijama de rayas, era otro espectador porque la fuerza de las olas rojiblancas se desvanecía en la orilla de su área. El Villarreal, como en sus últimas visitas a San Mamés, no acertaba con la tecla, prefería nadar y guardar la ropa, pero los jugadores del Athletic tampoco parecían demasiado puestos.

Sin embargo, al salir del vestuario, tras el descanso, cambió su actitud, y ya desde antes del comienzo de la segunda parte. Saltaron los rojiblancos casi dos minutos antes que su rival, como si tuvieran ganas de que el partido se reanudara; sacaron de centro y poco después se empezó a ver que el equipo de Valverde jugaba a otra cosa. Fue Williams el que decidió activarse y amargarle la vida con su velocidad a Jaume Costa. Se convirtió en una centella por la banda derecha y el Villarreal empezó a hacer aguas. Iñaki le puso un balón magnífico a Muniain, y el remate se marchó fuera. Luego fue Raúl García, vigor y valor, el que le puso la pelota para que se plantara ante Asenjo y le regateara. Su disparo, sin embargo, se fue al palo. Anda un tanto reñido Williams con el gol, pero el resto de sus cualidades parecen estar recuperándose en cada partido. Ademas estuvo listo, en el minuto 79, para disputar de cabeza un balón rechazado tras un saque de esquina. La pelota le cayó a Aduriz, que hizo un control magnífico y disparó para que el portero visitante rechazara con apuros. Allí estaba Raúl García, en el lugar oportuno y en el momento oportuno, para empujar la pelota a la red y marcar el gol que iba a dar la victoria al Athletic. Como quien va a la oficina, Raúl hizo su trabajo.

Por lo civil o por lo militar, el navarro es una garantía de solvencia. Incluso casi sin aire, poco antes de ser sustituido, volvió a ganar desde el suelo una pelota que regaló a Aduriz. El delantero centro del Athletic se topó por tercera vez con Asenjo, que fue el mejor de su equipo, porque el Villarreal, incluso con toda su artillería pesada en el césped, apenas inquietó a Kepa Arrizabalaga, que resolvió con solvencia su nueva aparición en San Mamés. Como Yeray, que se está consolidando como el central del futuro, porque ya parece presente y tiene muchos años por delante. Junto a Laporte, forma una pareja sólida en el centro de la defensa.

Cuando llegó, Raúl García se convirtió en una gran noticia para el Athletic. En los meses que lleva en el vestuario rojiblanco ha insuflado dosis importantes de vigor y valor. El Athletic, con él, y con Aduriz o Williams, sigue siendo un equipo competitivo. Con altibajos, pero sigue enganchado al vagón de cabeza, metido en ese grupo de equipos que pelearán por los puestos europeos a final de temporada. En Las Palmas, el próximo lunes, tendrá otra prueba de vigor y valor, aunque antes llega el Sassuolo, claro.


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