A cuento de una tontería
En vísperas de un derbi parece una cuestión baladí, y tal vez lo sea, ponerse a enredar sobre otros asuntos que no conciernan a ese clásico vasco entre el Athletic y la Real, que por mucho que se insista en Bilbao en tratar de quitarle importancia, lo tiene. Es verdad que son sólo tres puntos y que habitualmente no tienen más trascendencia clasificatoria, y basta remitirse al último de San Mamés, que dejó a la Real a una distancia mínima del Athletic, pero tras el que los donostiarras no supieron rentabilizar la euforia y encadenaron cuatro derrotas consecutivas, mientras que el Athletic hizo todo lo contrario, sumó doce puntos de doce y se afianzó en los puestos europeos. Pero no nos engañemos: perder duele, y mucho. Más que si se cuela de rondón en la Catedral el Granada o el Betis, por poner un ejemplo. Una derrota frente a otro equipo fastidia; contra la Real escuece. Aunque sólo sean tres puntos.
Por eso, tal vez sea una tontería lo que voy a escribir, y no se refiere al derbi, sino a una información que acabo de leer en la que se dice que Valverde ha sido nombrado mejor entrenador del mes de septiembre: y la cuestión no es la del reconocimiento al técnico del Athletic, que sin duda se lo merece. Ese y más, porque en su trayectoria como entrenador ha demostrado su valía al frente de unos cuantos equipos, entre ellos el rojiblanco. Aplicando dosis masivas de sentido común ha conseguido que los vestuarios que dirige cumplan la mayor parte de los objetivos que propone.
Pero no me refiero al trofeo en sí, que ya lleva unos cuantos, sino a la necesidad de conceder cada mes un premio al mejor entrenador por parte de la Liga de Fútbol Profesional que dirige el demócrata Tebas. Es una muestra más de esa vorágine en la que está metido el fútbol moderno, en la que cualquier acontecimiento solapa el anterior; en la que la clasificación de la Liga se renueva a tiempo real. Comienza el campeonato con un partido el viernes y ya se está proclamando al ganador de ese choque como primer líder de la Liga, cuando aún faltan 379 partidos durante nueve meses para conocer al ganador.
El entrenador del mes, un premio absurdo, cuando en la LFP deberían saber que lo que mejor define a un gran entrenador es su continuidad en el cargo. ¿De qué sirve dar el premio al mejor entrenador del mes a Arsène Wenger, que lleva 241 meses como técnico del Arsenal? A Valverde se lo dan por ganar cuatro partidos consecutivos. ¿Y qué? En una profesión en la que se puede pasar de ser entrenador del mes a cesante en un par de semanas, es absurdo repartir galardones a tan corto plazo. Pero posiblemente sea una exigencia del patrocinador, o una ocurrencia del departamento de márketing correspondiente. Que otorguen a un técnico el título de entrenador del año tiene un pase; que entreguen un premio por la trayectoria de su equipo en cuatro partidos es absurdo.
Y me da la sensación de que los entrenadores lo saben, y que tragan con estas cosas porque se deben al club que les paga. Vean si no, las fotografías de la entrega del premio. Están en la página web del Athletic. Ernesto Valverde sólo sonríe en una, en la que encara a la responsable del Banco Santander que le entrega el trofeo. En el resto exhibe el mismo rostro que se le podía ver en las fotografías que se le hicieron aquel día, hace ya una década, cuando anunció ante Fernando Lamikiz que no renovaría con el Athletic.
Por cierto: es tan absurdo el premio al mejor entrenador del mes que en las dos últimas temporadas el técnico del equipo que ganó la Liga, Luis Enrique, sólo fue nombrado una vez, el mes de mayo de éste año, justo después de conseguir el título. Tal vez les dio vergüenza a quienes deciden, no dárselo. En ese mismo periodo, ese gran entrenador que tuvo el Valencia, Nuno Espírito Santo, lo ganó tres veces.