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Athletic de entretiempo


Dos goles de Aduriz, una gran parada de Kepa. Esos son los recuerdos que quedan de un partido de entretiempo, de esos a los que no se sabe si hay que ir en manga corta o con chaquetón; de los que no se intuye cómo van a acabar, si con la alegría de los tres puntos o la desazón de un resultado negativo.

El Valencia es un equipo imprevisible, del que no se conoce, como del tiempo que anda revuelto, por dónde va a salir. Si es necesario pertrecharse ante él con el chaquetón defensivo, o se puede circular por el césped en manga corta, alegre y veraniega. A ratos tiene mala pinta, como el cielo que amenazaba lluvia, a ratos brillaba como el sol que golpeaba de lleno en la tribuna Este. Comenzó picando fuerte como esa solana septembrina, y una combinación fulgurante desde la derecha hasta la izquierda, con la colaboración necesaria de Laporte, que se apartó como un recortador en la plaza de toros ante Nani. El centro cruzado del portugués lo aprovechó Álvaro Medrán para fusilar a Kepa.

Pero las nubes venían y se iban como el Valencia del partido, que a veces estaba y otras no, empujado por el Athletic, que incomodaba a los centrocampistas visitantes. Parejo lo pasó mal mientras los rojiblancos mordían en medio campo, y aunque Alves no tuvo demasiado trabajo en un principio, Williams, Susaeta, Raúl García y Aduriz enseguida detectaron que los dos centrales del equipo rival, no tenían intención de hacer el partido de sus vidas. Con la ausencia de Ezequiel Garay, Santos y Mangala no dieron la talla. Este último perdía cada carrera con los delanteros rojiblancos. En la segunda parte se las tuvo tiesas con Aduriz. No podía con él.

Después de la ocasión fallada por Susaeta, que empujó fuera un balón que nueve de cada diez veces se va dentro, se apagó definitivamente. Williams tuvo otra, aunque respondió Alves, antes de que apareciera el eterno Aduriz. No se le había visto desde la temporada anterior. Andaba por allí, decían, y de repente los focos le señalaron en un lanzamiento de falta de Beñat que remató en un salto prodigioso, aunque nadie de la defensa del Valencia se molestó en importunarle, una cuestión difícil de explicar cuando se enfrentan a uno de los mejores rematadores de la Liga.

Y casi al final del primer tiempo llegó el tanto de la remontada. Fue otra vez Beñat el que levantó la pelota sobre la defensa. Aduriz se salió del fuera de juego, entró entre los centrales y superó con una vaselina a Alves, con quien se había abrazado antes del partido y que cualquier día va a poner en la lista negra al delantero rojiblanco.

Fue más entretenida la segunda parte, aunque no hubo goles, porque el Athletic se empeñó en rematar su trabajo y al Valencia, que seguía yéndose y regresando como las nubes, no le quedaba otra opción que intentar un gol para no regresar a casa con el casillero de puntos aún a cero. Pudo marcar en un remate a bocajarro de Munir, pero apareció Kepa Arrizabalaga, que debutaba en San Mamés y se quitó el mal sabor de boca de encajar un gol en el primer minuto, con un paradón pleno de reflejos y de juventud. Fue la última del Valencia en todo el partido. Ya no salió más el sol para ellos. Pese al resultado apretado, Aduriz, martillo del Valencia de un tiempo a esta parte, pudo marcar el tercero después de una asistencia fantástica de Raúl García, y le puso un balón a Beñat, en un contragolpe que inició Susaeta, que el centrocampista tardó en detectar, por lo que le robaron el balón cuando se disponía a rematar.

El Athletic no está aún en su mejor versión. Sigue siendo un equipo de entretiempo, pero claro, comparando con otros, como el Valencia, que se pone el abrigo cuando luce el sol y se lo quita cuando llueve, parece progresar adecuadamente. Después del desastre frente al Sassuolo, los hombres de Valverde reaccionan. Con seis puntos en cuatro partidos el horizonte parece más despejado.


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