Sentimiento de culpa
El Athletic es un equipo grande, está claro, pero no es un club poderoso, no tanto al menos como esas multinacionales del fútbol que dominan diversas Ligas. No escucharán nunca a Tebas decir que es bueno para el fútbol que la Liga la gane el Athletic, y sí lo ha dicho del Real Madrid o el Barcelona. La Liga, la Copa y la Supercopa, a ser posible, para que no se escape esa supuesta audiencia oriental, tan fácil de presentar como difícil de probar.
Por eso cuando por casualidad, o no tanto, se le ocurre ganar un partido a uno de esos equipos poderosos, ese triunfo que tanto mejora la autoestima de los seguidores del equipo rojiblanco, se convierte al final en un asunto desagradable. Ganarle al Barcelona acaba dando ganas de pedir perdón, porque termina por instalarse un sentimiento de culpa, como de haber hecho algo mal: perturbar el orden natural de las cosas. Siempre hay un pero. O el campo, o el árbitro, o la dureza del Athletic, o el virus FIFA, o como hace dos años en la final de la Supercopa, que las estrellas del Barça no estaban aún a punto.
Recuerdo un Cádiz-Barcelona, hace ya bastantes años. El equipo gaditano le dio un repaso mayúsculo al azulgrana. Los jugadores barcelonistas, que pretendían celebrar su título de Liga en el Carranza, no veían la pelota. Perdieron 4-0. Ese día escuché a un periodista, al que todavía se puede ver atornillado a la silla del infame debate de Estudio Estadio en TVE, o a la del Asador Donostiarra, según el día, decir que los jugadores del Cádiz estaban faltando al respeto a los del Barça por jugar así. Al parecer deberían haberles hecho pasillo de honor hacia el título liguero.
Así es la cosa cuando enfrente están el Real Madrid o el Barcelona. El Athletic les cae simpático hasta que Aduriz marca el primero, y el asunto se va enfriando cuando Williams destroza la red con el segundo. Y entonces, como dicen en Cataluña, el asunto se embolica, y San Mamés ya no es tan grandioso, Aduriz es un cerdo y el árbitro es madridista.
Pues miren por dónde. A mí no me produce sentimiento de culpa ganarle al Barcelona, con lo que además el Athletic impidió que Luis Enrique batiera el récord de partidos de Copa sin perder que tenía nuestro Fred Pentland. Es más, me crezco y que me quiten lo bailao aunque en la vuelta pase algo que no me guste. Y les digo a todos esos gurús supuestamente ecuánimes que pretenden hablar desde la equidistancia, aunque en realidad lo hagan desde la prepotencia que no señor, que no hubo agresión de Aduriz a Umtiti, y basta con observar atentamente éste vídeo exactamente entre el minuto 1.25 y el 1.27, en el que se ve cómo en ningún momento el jugador del Athletic golpea con el brazo en la garganta de Umtiti, sino que roza con el dedo el cuello de la camiseta, que se mueve ligeramente. El central del Barça ve la mano y se lanza al suelo como fulminado por un rayo, pero medio segundo tarde; como en otra jugada en la segunda parte, en la que le pega un codazo a Etxeita y luego se lanza otra vez al césped., No señor, Aduriz es un tipo duro, pero Umtiti es un gran actor, y con esas representaciones hará carrera en el Barcelona. Por cierto, si Aduriz no pone el brazo para protegerse, el barcelonista lo estampa contra el poste.
Gran actor. Como Neymar. No señor, no. Cada vez que veo la jugada del supuesto penalti me convence más de que ve a Etxeita y encuentra una oportunidad de sacar rédito a un balón al que ya no llegaba por el cruce de Laporte. Y qué decir de la acción de Piqué, que pide penalti después de rematar, con el balón perdiéndose por la línea de fondo.
¿Estoy hecho un forofo? Puede. Tenía ganas por una vez de no sentirme culpable, de decir que el árbitro hizo un trabajo tirando a deficiente, porque señaló una falta que no era para que Messi acortara distancias en el lanzamiento, y que dejó al Athletic con nueve. ¿Eran tarjeta las acciones de Raúl García e Iturraspe? Probablemente sí, como también era tarjeta roja la expresión de Busquets, "te has cagao", en las narices del árbitro, o la airada protesta de Messi, al que le tuvo que sacar del campo Carlos Naval (ese señor que en la final de Copa del Camp Nou se negó a suministrar botellines de agua en el vestuario del Athletic).
Pues eso. Nos quedamos a gusto y que se fastidien los poderosos al menos por un día. Como decía Óscar De Marcos, que nos representaba a todos, en el palco de los jugadores, "¡a tomar por...!"